Américo, en la fila

Por Sergio González Levet

(Sí, “en la fila”, porque “cola” se ve que nunca va a hacer, según me ilustra el gran colega Salvador Muñoz).
La foto refleja un momento cerca de las 8 de la mañana del lunes 4 de enero de este año del señor de 2016.
Veo a Américo Zúñiga Martínez, Presidente Municipal de Xalapa, parado muy formalmente en la fila, que a esas tempranas horas de la mañana ya sale del Palacio Municipal y llega hasta las mesas de La Parroquia, en el adjunto Edificio Nachita.
Está formado entre una señora muy bien abrigada con bufanda y todo lo necesario, y muy bien combinada con prendas en tonos morado y violeta. Atrás del joven munícipe está un señor de gorra, también blindado contra el helado viento, y conversa un rato amigablemente con él. Se nota que el vecino está a gusto en la plática que sostiene con quien representa la autoridad municipal de Xalapa.
Veo que Américo también está a sus anchas entre la gente del municipio que gobierna. No hay demagogia en su gesto… y le creo: es parte de su personalidad comportarse de manera sencilla y cercana con sus gobernados.
Y lo es por dos razones: porque su carácter es afable de suyo y porque es la educación que recibió desde la cuna: hijo de una pareja de docentes que conocieron el valor de la enseñanza, pues la ejercieron a plenitud profesional y familiarmente.
El maestro Guillermo Zúñiga Martínez (a quien tanto extrañamos desde el pasado 23 de abril, cuando partió a nuevos rumbos y entró al umbral de la historia veracruzana) ejerció su vida y su vocación de político dentro de un espíritu republicano que se condensaba en varias premisas firmes. Una, la busca de la honorabilidad como divisa; dos, la afabilidad en el trato con sus semejantes; tres, la política de cercanía y puertas abiertas para todos en cuanto puesto tuvo dentro de la administración pública; el respeto absoluto a las personas.
Por eso veo a Américo sin afectaciones entre la fila de quienes fueron a pagar el predial ese lunes 4 de enero, y hay en él sinceridad y confianza, seguridad y continencia.
A dos años de su mandato, cuando ha llegado exactamente a la mitad de él, su figura ha madurado y despierta credibilidad, simpatía…
He ahí una de las razones de las largas filas que se han estado formando ante las decenas de cajas que dispuso el ayuntamiento de la capital en varios puntos de la ciudad: la confianza en el alcalde depositada por su pueblo, que ha hecho que las personas se vuelquen a realizar el pago, con descuentos de 50 por ciento para los ancianos y de 20 por ciento para la población en general.
La otra razón de tan largas colas, es la larga tradición de los buenos xalapeños, que siempre han honrado su obligación de contribuir para el bien de la ciudad por la vía del impuesto más cercano a la población¸ ése que podemos ver reflejado en obras y servicios que son para todos.
Me gusta esta actitud afable de nuestro presidente municipal. Denota inteligencia, formación, educación y talento social… algo de lo que por años estuvimos ayunos quienes vivimos en esta hermosa ciudad.
Así como que da gusto (o menos pesar) pagar las contribuciones municipales en esta plena cuesta de enero.
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