Por Yadira Hidalgo
No me entusiasman mucho las fiestas decembrinas ni de cambio de año. No voy repartiendo abrazos ni parabienes a diestra y siniestra. Soy más bien discreta en la expresión de mis afectos. Sin embargo me gusta ver a la gente feliz y disfrutar, cada quien a su manera, las fiestas, celebraciones y sus creencias. Tengo mis asegunes con algunas de tipo religioso, pero he aprendido que para llevar la fiesta en paz, hay que vivir y dejar vivir.
Ése ha sido mi propósito para cada año nuevo desde hace muchos años y lo es de este que recién comienza, pues creo que el “vivre et laisser vivre”, del cual hablaba insistentemente un maestro de francés que tuve, es una clave primordial para cultivar el respeto y la armonía en una sociedad.
Vivir y dejar vivir a las otras personas no se trata de practicar el desentendimiento o la apatía por los demás, al contrario, requiere de un compromiso profundo con las demás personas con las que convivimos. Se trata de entender la diversidad y aceptarla, no de tolerarla, porque la tolerancia implica tragar gordo ante la presencia de aquello que, a pesar de todo, nos desagrada. Es ir más allá: se trata de entender que lo hermoso del mundo es que cada persona que lo habita es diferente y se manifiesta de forma diferente y aceptarlo, porque así es.
A las feministas se nos acusa de ser intolerantes, hostiles y agresivas; y seguramente habrá algunas que así vayan por la vida; pero se necesitaría dejar de tenerle miedo al feminismo y acercarse a él, para entender que no todas las mujeres que así nos autodenominamos somos de la manera en la que la generalidad nos pinta. Aquí hay de todo, como en todas partes. Que el feminismo como concepto resulte chocante para muchas personas, es comprensible. No es fácil aceptar que existen otras explicaciones para la vida tal como la vemos, sobre todo explicaciones que han sido construidas por las mujeres, ésas a las que hasta hace no mucho, se les creía incapaces de elaborar pensamientos abstractos.
En estos últimos años hemos presenciado como el feminismo, sus conceptos y aportaciones han estado cada vez más presentes en la agenda pública, social y política, y al mismo tiempo también hemos atestiguado como, principalmente en la redes sociales, han surgido feroces expresiones en contra que intentan desacreditarlo, minimizarlo o banalizarlo, como si no se tratara de toda una teoría social, política y filosófica, que para ser entendida -y por qué no, cuestionada- se tuviera que profundizar en su estudio de manera seria y dedicada.
Alguien que no sepa de economía no puede dar una opinión informada sobre inversiones o la fluctuación de la bolsa, así como nadie que no sepa nada de pedagogía, podría dar de manera autorizada un taller sobre técnicas educativas; pero parece que para hablar del y sobre el feminismo o la perspectiva de género, basta con haber nacido hombre o mujer.
El respeto tiene su génesis en el entendimiento, y sólo podremos entender algo si tenemos la disposición de hacerlo. Atacar por atacar sin más argumentos que una mala experiencia vivida con alguna persona o situación en particular a partir de la cual catalogamos a todas las personas y situaciones similares sólo da lugar a falacias, malos entendidos y a la falta de respeto.
Así que vivir y dejar vivir, más que una forma despreocupada de ver la vida, es todo un compromiso que conlleva un ejercicio intelectual que implica la utilización de todos los sentidos con el fin de entender y aceptar la existencia de otros puntos de vista, que puedan enriquecer los propios o que nos sirvan como sólidos antagonistas para reafirmar aquello en lo que creemos y por lo cual luchamos.
Buen inicio de año y que la libertad sea con todas y todos.