Francisco de Luna
Estefanía Cisneros es una joven que trabaja en una cafetería del centro de Xalapa. Camina por las calles más peligrosas de la colonia Cerro Colorado, donde decenas de asaltos han ocurrido y lastimado a sus vecinos.
Cuenta que se trata de una pandilla que acecha a toda hora. Sus integrantes se esconden entre los andadores y aunque la policía llegue a buscarlos, no los pueden localizar.
Ella no tiene otra opción de camino. Sabe que está en peligro; desde las 05:30 de la madrugada apresura sus pasos hacia el centro de la capital veracruzana.
Aunque el negocio lo abren a las 07:00, ella debe estar lista 15 minutos antes.
En el andador Azaleas, muchas de sus vecinas han sido asaltadas, tanto de madrugada como en la noche.
No hay seguridad y Estefanía sabe bien que corre el mismo peligro de ser atacada que el resto de sus amigas y conocidas.
Aunque en algunas ocasiones, su padre o su hermano le acompañan a la parada del autobús, esto no resta peligro, porque sus familiares, al regresar a casa, se han convertido e víctimas.
Cuenta que las calles quedan desoladas a escasos minutos de caer la noche.
Ese mismo problema ocurre en al menos 20 colonias de Xalapa.
Las puertas de las casas deben estar debidamente cerradas y con las luces principales encendidas para alejar a los pandilleros que se han apoderado de estos sectores poblacionales.
Luego de las 20:00 horas, quien se atreva a salir lo hace bajo su propio riesgo.
No se trata de una disposición de la autoridad. Es la situación que provocan unos 20 grupos de jóvenes vándalos que han sembrado el terror en las colonias más alejadas de la ciudad.
En estos sectores poblaciones, los mismos vecinos han implementado una especie de toque de queda. El mismo problema se presenta en otras colonias y barrios de la capital, donde las pandillas imponen sus propias leyes ante la indiferencia de las autoridades policiales.
Los principales protagonistas de ese flagelo han sido estudiantes, padres de familia y trabajadores, que han sido asaltados por la madrugada y después de las seis de la tarde.
Ante esta ola de inseguridad, algunos jóvenes, víctimas de las pandillas, han perdido la vida.
Sólo en 2015 se contabilizaron 25 casos de asaltos con ataques violentos.
Se organizan para enfrentar a pandilleros
Debido a la permanente zozobra, al temor constante, los vecinos se han organizado para implementar medidas de seguridad, colocan sillas tras las puertas, amarran ventanas y hasta instalan alarmas para tratar de evitar los asaltos.
También colocan en sus puertas los anuncios que indican una advertencia a los malhechores: “Cuidado rata. Te estamos observando”.
La situación del pandillerismo se registra en colonias como Cerro Colorado, Veracruz, San Bruno, El Peñascal, Salvador Díaz Mirón, Herón Proal, Francisco Villa y Constituyentes, donde las familias se muestran preocupadas pues en las últimas cuatro semanas han presenciado el paseo de grupos de jóvenes pandilleros, hecho que provoca intimidación a los vecinos.
Otras acciones que implementan los pobladores es encerrarse antes de las 20:00 horas, por el temor a que los pandilleros los asusten a su paso hacia las tiendas o sus viviendas.
“Aquí, a esta casa, le pusimos doble portón para mayor seguridad, ya que los pandilleros se paran en la esquina de la calle”, contó el señor Ambrosio Torres, señalando la calle “María Enriqueta Camarillo”.
En paredes de casas abandonadas se observan diversos graffitis y rayones que han dejado como seña los grupos de pandilleros, Los colonos afirman que se trata de la marca de sus territorios “que en algún momento pudieran disputarse”, explicó la señora Rodolfina Santos, quien cargaba una bolsa de mandado a las 07:00 de la mañana.
Ante esta situación, los vecinos de estos sectores dijeron que es urgente se realicen patrullajes en las cinco colonias y principalmente en las vías del tren que suelen ser refugio de los pandilleros.
Estudiantes, blanco de maleantes
El temor de ser asaltados y golpeados por las pandillas que merodean la escuela secundaria “David Alfaro Siqueiros” en la colonia Badillo se apodera de los mil 200 alumnos.
Profesores y padres de familia implementaron estrategias de seguridad para proteger a la comunidad estudiantil que se ha convertido en el blanco de los maleantes.
Los horarios de mayor peligro para los estudiantes van desde las 07:00 de la mañana y las 13:00 horas, que son los horarios de entrada y salida del turno matutino. Pero es a las 08:00 de la noche cuando los pandilleros cometen más atracos.
Los padres que van por sus hijos también han sido agredidos por los vándalos, que se han apoderado de las calles Naciones Unidas y Avenida de la República.
Por la inseguridad y la ola de asaltos, los padres de familia compraron e instalaron un sistema de circuito cerrado para todas las aulas y áreas del plantel.
Radiografía de las pandillas
De acuerdo con datos de la Organización de Estados Americanos (OEA), el problema de las pandillas es preocupante por ser “focos rojos” por la inseguridad.
Las pandillas mantienen vínculos con un territorio dominado, sea un barrio o un puñado de cuadras que le confieren identidad.
Las pandillas son eminentemente urbanas y provienen directamente de las condiciones de pobreza.
La fractura de las pandillas con las instituciones sociales deriva en el consumo generalizado de psicoactivos, que en muchos casos genera problemas de adicción entre sus integrantes.
Otras prácticas son el robo y la violencia sistémica encaminada a sembrar el pánico como medio de establecer un poder sobre un territorio.
Otros elementos simbólicos como el uso de tatuajes se incorporan como componente cultural del mundo pandillero.
Las características anteriores diferencian a las pandillas del crimen organizado, siendo menor el calado de sus actividades criminales.