Por Iván Calderón
La criminalidad y la pobreza son los mayores enemigos de Veracruz.
El narcotráfico, las extorciones, o los secuestros, difícilmente terminarán, si la sociedad no cierra filas en esta problemática.
La inseguridad atenta contra el desarrollo de la entidad, por lo que es necesario continuar esta lucha sin tregua para recuperar los espacios perdidos.
Mientras las instituciones tienen que seguir siendo intransigentes contra los delincuentes, los veracruzanos nos tendremos que incluir en esta batalla, respetando la ley, y minimizando los índices de corrupción.
El crimen y la marginación son aún los dos grandes desafíos de Veracruz.
Sin duda.
El combate al crimen organizado, y la resistencia de éste a la coerción estatal, han alcanzado rasgos de una guerra sin cuartel.
Es más, la intensidad de la violencia, la regularidad de los enfrentamientos, y las cifras de muertos, no dejan espacio para hablar sólo de una epidemia delictiva.
Esta es una realidad compartida entre distintas entidades federativas, con la existencia de instituciones de seguridad incapaces de proteger a sus ciudadanos.
Sin embargo, dentro del esquema de la Prosperidad, en este tema se ha avanzando a pasos agigantados.
Aunque se diga lo contrario, la Fuerza Civil será uno de los más grandes legados del gobernador Javier Duarte.
Con la profesionalización de los cuerpos policiacos, y la dignificación de su salario, se están sentando las bases para crear una policía fuerte y eficaz.
Es cierto, aún falta mucho por hacer, y tan sólo el hecho de que los policías estatales estuvieran inmiscuidos en la desaparición de los 5 jóvenes en Tierra Blanca, le vino a dar en la torre a todo.
Pero, ante esto, Duarte ha tomado al toro por los cuernos.
El gobernador jamás ha titubeando, o ha evadido su propia responsabilidad.
Al contrario, el inmediato proceso de los 7 policías inmiscuidos en la desaparición forzada, da muestra que en el territorio veracruzano impera aún el estado de derecho.
Y es que el mismo sistema delincuencial ante la consolidación de las fuerzas policiacas, se ha diversificado.
Ahora, el multimillonario negocio del robo de combustible es el que se disputan los cárteles.
Este problema no es nuevo, y se recrudece cada vez más en entidades del sur como Veracruz, Oaxaca, o Tabasco.
Hay que decirlo, el tema de Tierra Blanca quiere ser politizado, y aunque los enemigos de la Prosperidad aseguren que Veracruz es una tierra caliente, esto dista mucho de la realidad.
Veracruz, aún no es tierra de capos.
Ni Tierra Blanca, es Ayotzinapa
Y mientras la seguridad será uno de los mayores desafíos de Duarte de Ochoa al final del su sexenio, los diferentes sectores de la sociedad tendremos que sumarnos en torno a las instituciones.
La delincuencia o la pobreza solo pueden superarse y derrotarse con la participación de todos.
Necesitamos pues de un estado más consolidado, y de ciudadanos más responsables.
@IvanKalderon
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