La renuncia de Alejandro Vázquez Cuevas al PAN y su hipotética postulación por el Partido Encuentro Social se enmarcaría en una estrategia probablemente tejida desde el búnker del comité de precampaña de Héctor Yunes Landa.
Y es que si el famoso “Pipo” fuese nominado por el PES como candidato a gobernador, sumaría votos de panistas o ex panistas a favor del pre-abanderado de la coalición que encabeza el PRI y consecuentemente le restaría sufragios a Miguel Ángel Yunes Linares, prospecto a la primera magistratura de la entidad veracruzana por la coalición PAN-PRD.
Sería ingenuo pensar que el presumible respaldo del ex dirigente estatal de Acción Nacional será la diferencia entre la derrota y el triunfo, pero si a la salida de “Pipo” se suman otros conspicuos panistas, militantes de mucho peso, entonces estaríamos ante un escenario en el que Yunes Linares estaría cosechando una vez más los odios que ha sembrado a lo largo de su estancia como miembro activo del albiazul.
Por cierto, esta historia que está a punto de reeditarse no es nada nueva. En octubre de 1997, el primo hermano de Héctor Yunes Landa ya había enfrentado un bloque de enemigos que desde su antiguo partido, el tricolor, le hicieron la chamba.
Como se recordará, luego de la estrepitosa derrota de 107 alcaldías, Miguel Ángel repartió culpas y mencionó con nombres y apellidos a los que –desde su óptica— le jugaron las contras. Entre los mencionados por el choleño se encontraba en primera línea Fidel Herrera Beltrán, Gonzalo Morgado Huesca y Carlos Rodríguez Velazco.
Pero no sólo fueron ellos los que no compartieron su proyecto político, sino que hubo otros tantos que pudieron haber operado en contra, como sería el caso de Dante Delgado Rannauro, Miguel Alemán Velasco, Gustavo Carvajal Moreno, Ignacio Morales Lechuga, y un largo etcétera.
Y es que esa es la naturaleza de Miyuli. Ese es su temperamento. Con todo mundo se pelea, hasta con sus correligionarios.
Ahora, de igual forma, serán muchos a los que no les convendrá que Miguel Ángel gane la gubernatura. Los agraviados no sólo son priistas, sino también panistas o de Movimiento Ciudadano, por citar algunos ejemplos.
Es cierto que Yunes Linares está muy bien posicionado en las encuestas, con poca diferencia en la intención del voto con respecto de Héctor. Pero tampoco se puede negar que si el panista no cambia su actitud beligerante hacia sus compañeros de partido o de la alianza, ese mismo temperamento irascible lo puede llevar nuevamente a la derrota.
Tampoco al jefe del clan de Boca del Río se le advierte una estrategia para ganar la mayoría de las curules del Congreso local, a diferencia de Héctor y sus operadores a los que se les ocurrió la genial idea de sólo postular candidatos a diputados por el PRI en 17 distritos y en el resto que los diferentes partidos que conforman la alianza Para mejorar Veracruz nominen a sus abanderados. Imagínense que en cada una de esas demarcaciones restantes habrá no uno, sino cinco candidatos a diputados que aparte de hacer campaña para ellos, lo harán cada quien a favor de Héctor Yunes Landa.
Sí, es cierto que los ciudadanos están hartos del gobierno priista de Javier Duarte de Ochoa por el clima de inseguridad y la aguda crisis financiera. De que habrá voto de castigo en contra del PRI, lo habrá, pero como que el Revolucionario Institucional y sus aliados ya se están blindando contra estos escenarios, a partir del fortalecimiento del llamado voto duro.
Además, el voto de los ciudadanos inconformes contra el gobierno se repartirá entre Yunes Linares y el candidato de Morena, Cuitláhuac García.
En ese tenor, podría darse una elección de tercios, en la que en una cerrada contienda, con una mínima diferencia de votos, Yunes Landa saldría victorioso en las urnas.