“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperar.” – Winston Churchill.
Este domingo cierran las precampañas en Veracruz, y la disputa por la gubernatura evidencia que el grupo político en el poder está más que alarmado, no encuentran la forma para poder desmarcar a la administración saliente, del candidato Héctor Yunes Landa, a pesar del buen empeño que este le ha puesto a su precampaña y de la inminente visita de su líder nacional Manlio Fabio Beltrones.
Aunado a ello, en la vitrina de enfrente el aliancista del PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares continúa recorriendo la entidad dejando de lado el discurso incendiario y comenzando a presentar una serie de propuestas y acciones a su militancia de cómo y en qué forma se deberán recomponer las cosas – aun cuando ya algunos especulan que dicha medida obedece a un arreglo entre el choleño y el grupo político que encabeza Javier Duarte- nada más alejado de la realidad, pues literalmente sería como meterse un balazo en el pie de forma absurda.
Y de este modo, la sociedad observa que a pesar de la confronta entre estos dos grupos la entidad necesita urgentemente un cambio, tanto en la credibilidad de sus políticos, como en la transparencia de quienes son funcionarios públicos, pues las dos principales demandas responden a la seguridad –hoy nula en Veracruz- y a la corrupción, que flagela constantemente a la población, harta de tanto embute.
Tan solo recientes encuestas publicadas por medios locales como Imagen de Veracruz a través de la empresa Impulsos apuntan que a poco más de tres meses de que se lleve a cabo el proceso electoral para renovar la gubernatura y el Congreso local del estado de Veracruz, a través de encuesta telefónica, enfocada a conocer las preferencias electorales entre los veracruzanos en este momento, los dos precandidatos de apellido Yunes arrancan con un empate técnico.
Es así como entre Miguel Ángel Yunes Linares, candidato de la alianza PAN/PRD y Héctor Yunes Landa, candidato de la alianza entre PRI, PVEM, PANAL, AVE y el Movimiento Cardenista, los números arrojan un 35.7% y un 34.5% de la intención del voto respectivamente.
Lo sorprendente es que el candidato de MORENA, Cuitláhuac García aparece en tercer lugar con 19.6 por ciento y Juan Bueno Torio candidato independiente, con 9.5 por ciento de las preferencias. El levantamiento se llevó a cabo entre los días 12 y 19 de febrero con una muestra de 625 personas mayores de 18 años y un margen de error de +/- 4 por ciento.
Y aquí es donde se debe poner atención, pues dos personajes surgen ante este escenario como concursantes de una danza que pareciera estar negada para ellos, pero que en la realidad, la sociedad los podría colocar más cerca de la hazaña que nunca.
Mientras Cuitlahuac García, joven catedrático e investigador de la Universidad Veracruzana – hoy sumida en un conflicto con el gobierno estatal por la falta de pago- recorre la entidad con la bandera de Andrés Manuel López Obrador, recorriendo a ras de piso los municipios, las colonias, los suburbios y periferias, sus números muestran un extraordinario crecimiento, producto del fastidio social que enfrenta la entidad.
El candidato independiente Juan Bueno Torio, recorre el estado a la espera de que el Organismo Público Local Electoral (OPLE) le brinde el consentimiento para alcanzar su registro como candidato ciudadano, enarbolando una bandera, que respaldan 256 mil 670 veracruzanos con sus firmas que representa el 55 por ciento más de lo exigible por la ley electoral, asegurando que los partidos políticos están totalmente desgastados, podridos y urge un cambio de rumbo en la administración pública estatal.
La desesperación en los cuartos de guerra es evidente tanto para el PRI como para PAN-PRD que comienzan a percibir ese desinterés en sus propuestas y la sociedad voltea a escuchar a los que consideraban más débiles.
Las sorpresas serán un factor indudable en esta contienda electoral y en la elección del domingo 5 de junio, así que no dude que algún caballo negro se alce con la victoria, muy a pesar del escenario de inseguridad que seguramente el aparato de estado moverá para inhibir el voto.
Al tiempo.
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