Como si se hubiera decretado una especie de estado de excepción, en la Ciudad de México se vive una gran conmoción luego de que el gobierno capitalino decretó que todos los vehículos automotores, sin excepción y sin importar su holograma, tendrán que dejar de circular un día a la semana.
Del 5 abril y hasta el 30 junio, todos los vehículos que transiten por las 16 delegaciones de la Ciudad de México y los 18 municipios mexiquenses conurbados dejarán de circular un día, incluyendo los sábados, medida tomada luego de la severa contingencia ambiental que afectó a la zona metropolitana.
Pues bien, la reacción de los habitantes de la Ciudad de México es de una indignación tal, que pareciera que les fueran a decomisar sus bienes y a decretar el fin de la propiedad privada. Desde llamados a no pagar verificación vehicular hasta expresiones de repudio contra el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, como si de un dictador bananero se tratase.
Lo increíble es que una población que se está ahogando en la contaminación, prefiera respirar humo e intoxicarse a dejar de usar su automóvil un solo día.
Como si en el cementerio les fuera a servir de algo.
