De buenos deseos y propósitos no paramos entre familiares, amigos, compañeros, vecinos y hasta enemigos. Claro que sí, nuestro aguante es mucho y tenemos que poner la otra mejilla, aunque en el fondo lo que realmente queremos para nuestros enemigos –¡quién no los tiene!- es mandarlos a la chingada.
Una amiga me confesó, encabronada, claro, que ya está fastidiada de tanto cinismo y caprichos políticos, que este año 2017 nos irá peor de lo peor, que no le ve por donde… Le di la razón, cómo si no, así estamos la mayoría de los mexicanos. Sin embargo le comenté que la gente pos tiene aún esperanzas… Me miró y sonrió: “¿Te late?”, dijo burlona. Me despedí y le deseé feliz año… Me sentí un imbécil o un idiota –¿es lo mismo?-, y ‘tons pensé que la esperanza muere al último o que la esperanza nunca muere, como dicen, pero inmediatamente me dije que mueren los esperanzados… Mueren los esperanzados en salud, en mejorar su situación económica, en asegurar su patrimonio, su empleo; mueren los esperanzados en el cambio positivo –porque hay cambios que te parten la madre.
Sí, un cambio para todos, parejo e igualitario, no sólo para un puñado de caprichosos políticos, empresarios, gobernantes y religiosos, y ahí le paramos pa’ no aumentar la lista que ya conocemos.
En el cuento “Pizzería Kamikaze”, el escritor Etgar Keret nos muestra un mundo de suicidas ya muertos, en otro mundo, del más allá, pero igualito al que vivieron. Es decir, todos se han suicidado y en ese mundo aún siguen buscando: la esperanza nunca muere.
En este mundo actual, en México, pareciera que todos somos suicidas de alguna forma. ¿Qué buscamos? ¿Qué esperamos? Más suicidas: desempleo, pobreza, desigualdades, inseguridad… Que los platos rotos los pague el pueblo, la plebe, los asalariados, los pendejos mexicanitos jodidos. ¿Vamos a seguir aplaudiendo las decisiones (¿?) de nuestras autoridades, y más que eso, sus discursos huecos que buscan lavarnos más el coco ya enloquecido por tantas promesas y paraísos terrenales? En ciertas partes y momentos un puñado de “bienaventurados” así lo hace frente a otro puñado de “gente bien” de la política voraz mexicana.
Lo he dicho y lo sostengo: vamos pa’ atrás como el cangrejo, aunque para el cangrejo esa sea su naturaleza, pero ¿y nosotros? Ni que decir de un futuro nada prometedor, con vientos fuertes, huracanes, terremotos, militarización, egoísmo, valemadrismo, violencia, en ese orden o como caiga. Y agréguele usted a la licuadora lo que considere su conciencia, reflexión o temor. ¿Hay esperanza? Pos sí, sólo mueren los esperanzados.
Hay depresión por todos lados, pero también presión y represión por que nos lleve la chingada. “No chingues”, me dice un amigo, “empiezas el año con exagerado pesimismo y visión apocalíptica”. “Descuídate tantito y verás”, le digo y agrego: “Hay que reconocer a tiempo la enfermedad y la mierda en la que estamos inmersos. Tú decides si te embarazas”.
¿Qué piensan y sienten los desvalidos y olvidados de Dios y de dioses terrenales? Ponte en sus pies descalzos, en sus barrigas vacías pegadas a las costillas, en el desprecio y menosprecio que padecen. Date una vuelta por los caminos de las adversidades. ¿Qué hacemos? ¿Desearnos buena suerte y esperar? Dios los escuche…
De cinismo y anexas
Huelga de hambre me suena a “Chíngate si es tu decisión, igual te morirás de hambre tarde o temprano”, dicho por cínicos…. en la jungla actual.