La confesión de Luis Videgaray Caso, releva de pruebas a la cancillería mexicana, en la que se dispone de grandes personalidades, preparadas y experimentadas, para desempeñar el cargo diplomático de representación de México en cualquier país o en los organismos internacionales con los que México mantiene relaciones; pero más allá de los cargos mencionados, existe en la Secretaría, un catálogo, con nombre y apellidos desde el Secretario hacia abajo (todos con largo historial y carrera diplomática), aunque a todos les falta la amistad y confianza del Presidente de la república Enrique Peña Nieto. Y la amistad y la confianza, se ganan y se pierden, por los resultados del trabajo desempeñado, que en el caso de Videgaray, dentro de un año se estará evaluando para otorgarle una calificación justa, de promoción del cargo, o reprobatoria.
Aceptar públicamente que no se está preparado para ser Secretario de Relaciones Exteriores de México, solo exhibe la improvisación irresponsable “del designado”; pero también, de quien lo nombra; y del Senado de la República que es la instancia formal y política que debe aprobar la propuesta del Presidente y que, no necesariamente tendría que ser aceptada, cuando el designado “ya se mató sólo” al declarar en televisión nacional y ante otros medios de comunicación, que ignora las obligaciones inherentes al cargo que va a desempeñar y del que dependerá el nuevo trato internacional diplomático con los Estados Unidos del Norte y el resto del mundo. No basta la ostentosa identificación del nuevo canciller mexicano, con el futuro Presidente norteamericano, quien por lo que se ve privilegia al cien por ciento a sus representados; y se pitorrea, de las necesidades y calidad migratoria de los mexicanos que quieren ser “norteamericanos”.
Un diplomático moderno y eficaz, tendrá que ser el que cubra los siguientes requisitos: 1.-Actuar con veracidad; 2.- Actuar con precisión, porque sólo así se implica la certeza moral y espiritual; 3.- Buen carácter, no para que se la pase contando chistes, sino usando de la moderación y sutileza; 4.- Deberá conocer el arte de la prudencia, para no tomar decisiones que repercutan negativamente en contra de los mexicanos; 5.- Actitud modesta y recatada, evitando vanagloriarse de sus victorias y éxitos diplomáticos y permanecer alerta para cuando se requiera de sus valiosos servicios a la causa internacional de nuestro país; 6.- Con una lealtad inquebrantable al gobierno mexicano; 7.- Con un respeto al país anfitrión; y 8.-Nunca perder de vista la Doctrina Estrada, que profesa la no intromisión en los asuntos internos de los otros países con los que México guarda, conserva y fortalece relaciones diplomáticas.
Pero si de entrada el nuevo canciller Luis Videgaray Caso ya declara ser un ignorante de la materia que se le encomienda; las relaciones internacionales para México, que incluyen la promoción del comercio, del turismo, la atención de los asuntos migratorios y todo lo que se realice en el exterior de nuestras fronteras por mexicanos o al interior de nuestro país por extranjeros, está condenado al fracaso; y la responsabilidad, no sólo será de Luis Videgaray Caso, sino de quien lo nombró y del cuerpo senarorial que aprobó su designación.
Lo único que podría salvar la desatinada llegada de Luis Videgaray Caso a la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, es su tan cacareada amistad personal con el Presidente electo norteamericano Donald Trump, puesto que así lo han hecho saber nuestros mandatarios y así lo han filtrado desde el vecino país del norte, Donald Trump y su equipo de transición.
Habrá que ver si llevar una buena relación con los vecinos del norte, resulta suficiente, como para hacer a un lado las relaciones diplomáticas con el resto del mundo; aunque con esas actitudes, podríamos pasar a ser una colonia de Norteamérica y nuestro lábaro patrio se convertiría en una estrella más de la bandera norteamericana. Los vende patrias, los desnacionalizados, los mexicanos vergonzantes asumirían con beneplácito su nueva nacionalidad norteamericana; tal como se dice que lo ha hecho con su doble nacionalidad mexicana y española, el doctor Javier Duarte de Ochoa, tristemente célebre ex gobernador de Veracruz, quien está condenado a vivir por mandato de vox populi y por el resto de sus días, en el ostracismo por traición a la patria.
Y entre saqueos de los centros comerciales más importantes de México, sin que la policía pueda detener las protestas populares y los actos de rapiña y daños en propiedad ajena, los ricos de México se juntan para tomar medidas protectoras de su patrimonio, para no sufrir la disminución de su riqueza, al mismo tiempo que la decepción de haber apoyado con recursos económicos y con votos al ex prohombre, líder y guía de la nueva clase política Mexicana, el Presidente Enrique Peña Nieto, cuyas manos utiliza de manera excelente en la mímica discursiva; pero lamentablemente sin la fuerza para estrecharlas y evitar que el gobierno se le escape por la falta de control político.