En la entrega pasada hablamos del resurgimiento de las clases sociales en México y, aunque en este país se había abolido esa estratificación, durante este sexenio se consolidó la nueva estructura de clases que la misma Secretaría de Economía y la Profeco reconocen para señalar los grupos que integran esta sociedad compleja, dicen, donde la riqueza determina el “status” y donde las posesiones se convierten en un indicador de “valor” de los ciudadanos.
Con esa lógica, las dependencias federales, consideran seis clases sociales en la que la sociedad mexicana está estratificada determinadas con base a sus funciones, costumbres, situación económica y grado de ostentación del poder.
El gasolinazo es un golpe brutal a la economía de los mexicanos, y un golpe fraguado desde la cúpula presidencial que le apostó a la indiferencia del pueblo que, acostumbrado, a las decisiones unilaterales de la clase dominante (ostentación de poder político), se pensó que si los mexicanos aguantamos los gasolinazos del ex presidente Calderón, bien podríamos soportar uno de Peña Nieto. Pensando que iba a pasar desapercibido.
Los discursos con los que han pretendido esconder la repercusión impositiva con la que se vende la gasolina en estos momentos, ha hecho que el descontento social se multiplique y se torne peligroso para el pueblo y para las instituciones, el movimiento de insatisfacción, exhibe y seguirá exhibiendo muestras de mayor inconformidad y hartazgo, que si no se replantean los incrementos y se detiene la espiral inflacionaria, el pueblo arriesgará todo los que tiene (que no tiene nada) para recomponer el momento que se vive.
Indudablemente hay trasiego y aprovechamiento de los antagonistas históricos del sistema que aprovechan cualquier estallido social para llevarlo sus intereses, el pretexto de aumentar las gasolinas fue visto por oportunistas para crear situaciones de crisis e inestabilidad política para sacar ventaja.
Se habla y se puede confirmar que hubo manos meciendo la cuna, es decir, en los ataques a las tiendas de supermercados con vándalos y terroristas, bien podrían haber sido enviados de las cúpulas partidistas y del mismo gobierno para causar pánico en la ciudadanía e inestabilidad política para que emerjan falsos redentores.
Cómo se ha hecho antes durante los últimos 50 años de sistema priístas, sin embargo, estos actos vandálicos también mostraron en algunas ciudades del país, que el debate político entre las cúpulas gubernamentales que vieron las bondades de la privatización de Pemex, ponen realmente en peligro la gobernabilidad y la inestabilidad política.
La base social esa misma que señala como la clase social que nada tiene ha visto en los actos vandálicos patrocinados, la oportunidad de hacerse de cosas y, como sucedió en lagunas colonias de algún estado, los ciudadanos se organizaron y fueron a atacar las tiendas y saquearlas por la madrugada, como fue el caso de la ciudad de Misantla, Veracruz, que mientras que todos dormían hasta la policía, los pobladores saquearon las tiendas y no se llevaron comida, sino productos que no están a su alcance como, por ejemplo, son televisores, computadores, climas, estufas, refrigeradores y una larga fila de artículos para el hogar.
Los ciudadanos han evitado el enfrentamiento directo con la policía y los que lo hicieron, por ejemplo, aquí en Veracruz, todos los detenidos deberán enfrentar la ley y prisión, quizás eso inhiba y detenga la inconformidad de los ciudadanos que aprovechan la confusión para sacar algo de beneficio.
Contrastamos que hay intereses políticos queriendo aprovechar el descontento social por el gasolinazo, pero advertimos, lambien, que hay grupos sociales apolíticos y considerados por la Secretaria de Economía como clase social baja, que están observando los nichos de oportunidad en la confusión social para que a través de los actos vandálicos y aprovechando la turba, aprovechen para sacar algo para su casa inalcanzable con el salario de miseria que ganan y aún a costa de ser carne de cañón para engrosar los penales del país.
El gasolinazo es un peligro, en un momento donde la política del ejecutivo nacional está en la peor crisis del sexenio y en el cual, las acciones y decisiones sobre los asuntos de política, economía, energía y todo lo que afecta a la estructura social y que está emergiendo en todo el país con sublevaciones ciudadanas que pueden poner en riesgo la vida de los mexicanos como hemos observado en Baja California o en la ciudad de México; el descontento social del pueblo mexicano no es sólo contra los políticos sino contra nosotros mismos porque no entendimos, que mantener a la clase política revolucionaria con el presidente, diputados, senadores, gobernadores, alcaldes, todos, del mismo partido como clase dominante, han dividido a este país entre los que tienen que la clase política y los que no tienen que es el resto de los mexicanos.
El costo político se verá reflejado en las próximas votaciones en donde, de plano, no participará nadie o todo el país participará para enterrar el viejo sistema protector de la corrupción, impunidad, traficante de influencias, autoritario, ineficiente, mentiroso y enemigo público no 1 del pueblo mexicano.
El antagonismo de las clases sociales que están en conflictos son La clase política ( no considerada por la Secretaría de Economía y la Clase Alta Alta 1 millón 123 mil mexicanos (1%); Contrala clase Alta Baja 5.6 millones de mexicanos (5%), la Clase Media Alta 15.7 millones de mexicanos (14%), La Clase Media Baja 22.4 millones de mexicanos, la clase baja alta 28.8 millones de mexicanos (25%) y la clase baja baja 39.3 millones de mexicanos (35%), estos últimos muy enojados, Cuidado.
Los pronósticos son que en febrero vuelva a subir y en marzo quede liberalizado el precio final de los combustibles, dentro, insisto, del descontento social total. Mal augurio.
fl.carranco@gmail.com