A diferencia de otras épocas, cuando los aspirantes del PRI a las alcaldías eran capaces de treparse a las paredes con tal de ser nominados, esta vez no sucederá así. De hecho, en comparación con elecciones anteriores, los aspirantes serán muy pocos. Acaso uno o dos por municipio en lugar de la docena de antes.
La razón es sencilla; si a nivel nacional el PRI está por los suelos, a nivel estatal está lo que le sigue a desahuciado.
¿Y cómo no va a estarlo si el anterior gobernador se robó un tercio del presupuesto federal; si la LXIII Legislatura sólo legisló para Javier Duarte; y si siete diputados federales por Veracruz están en la mira del SAT y la PGR por desviar recursos del erario?
Para colmo, el PRI estatal no tiene un guía. Digo, nadie me va a decir que Amadeo Flores Espinosa es líder de ese partido. Cobra como presidente pero no tiene voz (nadie lo escucha), ni voto (no influirá en los nominados), ni liderazgo (nadie le hace caso).
Tampoco existe la figura de Primer Priista del Estado entre otras cosas porque el estado está gobernado por un panista, y porque el último con ese título anda a salto de mata acusado de latrocinio a gran escala.
Cómo estará el partido que hasta doña Emilia Yunes, tía del senador José Yunes Zorrilla, buscará la presidencia municipal de Perote pero como candidata ciudadana.
A seis meses de las elecciones municipales el partido sufre de inanición y abandono porque nadie quiere ser priista.
Es por ello que muy pocos tricolores querrán entrarle a las candidaturas para alcaldes.
Y es que aparte de competir contra sus adversarios del PAN y Morena, tendrán que cargar con el lastre de abanderar un partido cuyos gobernantes son sinónimo de corrupción, malversación de fondos, inseguridad, asesinatos, pésimos servicios médicos, hospitales en ruinas, carreteras intransitables, gasolinazos, pobreza, miseria y otras yerbas.
Parafraseando al publicista Carlos Alazraky, promover a un partido devaluado es como promover un refresco que sabe a rayos.
Pero el tricolor hará su lucha.
Es un secreto a voces que antes de junio el gobierno federal detendrá y exhibirá a Javier Duarte en un intento por recomponer su imagen en Veracruz y ganar la mayoría de las alcaldías.
Y uno se pregunta ¿de qué servirá la detención y el escándalo mediático cuando en otras ocasiones nos han dado el mismo atole con el mismo dedo?
¿Por qué votar por un partido cuyo gobierno volteó para otro lado mientras el gordo saqueaba con morboso placer? ¿Por qué tenemos que agradecerle con nuestro sufragio que lo entamben?
Vaya que tendrán días aciagos los candidatos del PRI, sobre todo si los diputados federales deciden apoyarlos.
¿Cómo recibirán a Adolfo Mota, Alberto Silva, Erick Lagos y Édgar Spinoso en los recorridos de campaña, cuando están más devaluados que el propio PRI?
En lo personal, tengo curiosidad por saber qué es lo que ofrecerán los candidatos tricolores a los electores de los 212 municipios. Con qué cuento les van a salir ahora. Qué argumentos utilizarán ante una ciudadanía humillada y harta de sus trapacerías.
¿Será que se atrevan a emitir un comunicado conjunto titulado “Juramos por nuestro honor que ya no vamos a robar”?
Menudo lío en el que se van a meter cuando anden en busca del voto, y mucho cuidado habrán de tener con sus promesas de campaña, so pena de que los manden directo al carajo.
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