En su libro “Margarita, mi historia” [texto con el que se presenta para buscar la Presidencia de la República], Margarita Zavala se cuida muchísimo de exhibir a sus compañeros de partido o de balconear a algún personaje político, financiero o de la farándula. Poquísimos son los que le ameritan alguna crítica –y muy de pasadita, en la mayoría de los casos– a lo largo de su historia (Vicente Fox, Gustavo Madero, Ricardo Anaya). Pero una no se salva: Marta Sahagún. Margarita aprovecha el tono del libro –enfocado sobre todo a su lado femenino: a la defensa que ha realizado de las mujeres y a su labor como esposa y madre– para darle un buen repasón a Martita, la esposa de Vicente Fox. La escena que elige la esposa de Felipe Calderón para describir a su antecesora como “primera dama” es el día –finales de septiembre de 2006– que se reúnen para organizar su cambio de residencia, los detalles del traspaso de Los Pinos. Cuenta Margarita: Cuando llegó la fecha, me llevé a una arquitecta que iba a ayudarme a ajustar la cabaña a las necesidades de mi familia. Marta estaba muy preocupada por mostrarme qué cosas eran “suyas”, y por lo tanto, se las llevaría consigo: “Esto es mío”, señalaba, “lo otro también”. Apuntó hacia un arreglo de flores artificiales que adornaba la sala: “Éste no”. Yo estaba boquiabierta… Le pedí solamente que dejara la mesa del comedor, que era lo suficientemente grande para llenar aquel espacio; la mía iba a quedar muy pequeña. Luego pasamos a su cuarto y se puso peor, cuando me fue señalando muebles. Luego pasamos a un gimnasio localizado en la parte de atrás de la recámara, junto a una salita; me pareció que con el baño podía convertirse en el cuarto para mis hijos. Ahí adentro me anunció: “Las cortinas me las llevé porque ésas eran mías”. La arquitecta no lo podía creer. -¿Y este hoyo, señora? -Ahí estaba el sistema eléctrico de las cortinas, pero también nos lo llevamos porque es nuestro. -No se lo llevaron señora, lo arrancaron: es un hoyo enorme. De vuelta en la sala de la cabaña, le consulté: -Oye, Marta, ¿y cuándo se van? -El 30 de noviembre. Es que Vicente no tiene dónde vivir. Estaba estupefacta. Yo sabía que para que se instalara Fox, Zedillo había dejado Los Pinos en noviembre, Salinas se fue desde octubre; sólo López Portillo entregó de plano el 1 de diciembre. Con nosotros fueron muy poco solidarios. De verdad nos complicó la vida, nos dejó en una situación muy precaria; teníamos que dormir ahí el día 1, pasara lo que pasara. -Estás en tu derecho- concedí, muy molesta. El 28 de noviembre nos comunicó que ya podíamos disponer de la casa, aunque esto entre comillas, porque se mudaron a la segunda cabaña (…) Dos amigas, estupendas amas de casa, me hicieron favor de comprarme la despensa para una semana. No tuve tiempo suficiente para arreglar nada, el 30 de noviembre llevaron las camas y el 1 de diciembre la arquitecta hizo machincuepas para dejar habitable la propiedad; también puso flores. Nos las arreglamos y sólo nos faltó montar los libreros. (Fuente: 24-Horas.mx, “Alhajero”; Martha Anaya, 12/ENE/2017).