La La Land pasó a la historia como la cinta capaz de ganar las siete categorías a las cuales estaba nominada en la pasada entrega de los Globos de Oro, rompiendo el récord de más victorias para una sola película. Ese triunfo genera expectativas para el tercer filme del cineasta Damien Chazelle, particularmente en la 89 edición de los premios Oscar.
La labor cinematográfica de Chazelle no la tenía fácil, debía probar a la industria, críticos, pero sobre todo al público, su capacidad de superar su visión en el filme ganador del Oscar Whiplash. Para lograr tal objetivo confió en su amor por el género de los musicales, los de la época de los 20, hasta los años 60, particularmente con lo hecho por el francés Jacques Demy (A Room In Town).
“Con La La Land quería hacer una historia de amor y también crear un musical, como los musicales que me hipnotizaban de niño, pero actualizado, algo moderno. Quería explorar cómo utilizar el color, los sets, los vestuarios, y todos estos elementos tan expresionistas de la Vieja Escuela de la cinematografía para contar una historia que se ambienta en nuestros tiempos.
“La La Land es una película muy diferente a Whiplash. Pero ambas hablan de algo personal: cómo equilibrar la vida y el arte, los sueños y la realidad; tu relación con tu arte y con otras personas. Me parece que el musical como género es un gran vehículo para expresar ese acto de equilibrio entre sueños y realidad”, dice Chazelle, en entrevista concedida por Corazón Films.
El sueño de Chazelle de filmar La La Land inició cuando se encontró en una cafetería con los nacientes productores Fred Berger y Jordan Horowitz, quienes, tras escuchar atentamente al joven realizador, se convencieron de llevar a la pantalla grande la trama de un viaje de canción y baile, a través del romance entre un pianista de jazz y una esperanzadora actriz.
Para encarnar a los enamorados dispuestos a sacrificar todo a cambio de alcanzar sus sueños, Chazelle y su equipo de producción realizaron una cuidadosa búsqueda. “La idea era abrazar el viejo estilo de Hollywood de una icónica pareja en pantalla que ya has visto. Antes teníamos a Fred y Ginger, a Bogart y Bacall, a Myrna Loy o Dick Powell”.
“Estas trascendentales parejas que toman papeles diferentes pero siempre son una enorme personalidad. Es una idea que me parece increíblemente romántica, me pareció que Ryan Gosling y Emma Stone eran lo más cercano que teníamos a eso en la actualidad”, profundiza Chazelle, quien debutó detrás de la lente en 2009 con el largometraje Guy and Madeline on Park Bench.
Ryan Gosling abrazó con gusto el reto de dar vida a Sebastian, un hombre tratando de hacer que a la gente le interese el jazz tradicional, en el siglo XXI. De acuerdo a los productores, el actor de Blue Valentine era perfecto para el rol, el cual le demandó aprender a tocar piano. La decisión fue no utilizar a un doble en esas escenas.
“Me sentí realmente intrigado por el hecho de que Damien quería hacer una película en el estilo de las eras de Fred Hinder y Gene Kelly, porque esos son los musicales que me conmueven. El hecho de que quisiera que esta película tuviera ese tipo de estética y espíritu de juego fue fantástico, porque era también un deseo secreto mío hacer una película así.
“Piano siempre fue algo que había querido aprender. Aquí tenía una oportunidad de sentarme frente a uno por tres meses y lo aproveché. Fue realmente uno de los periodos de pre-producción más satisfactorios que he tenido”, explica Gosling, de quien incluso John Legend —quien debuta en el filme como actor— revela, sintió “celos” por la manera de interpretar del histrión.