CONSEJOS DE FOX, CALDERÓN Y ZEDILLO, POCO AYUDAN A PEÑA NIETO Y A MÉXICO

En un compás de espera que se abrió este fin de semana al conflicto con Trump, las declaraciones de tres ex presidentes son materia de análisis y reflexión, puesto que ahora recomiendan, lo que no supieron hacer o lo que no tuvieron que hacer durante su mandato; pues que se recuerde Vicente Fox Quesada (neófito en política como Trump), dedicó los dos primeros años de su gestión al «ensayo y error», con la manipulación de la mayoría de los integrantes de su gabinete y prácticamente «dejando hacer y dejando pasar»en materias tan importantes como la seguridad vulnerada por las bandas del narcotráfico y del crimen organizado; en cuanto al combate a la impunidad, Fox evitó abrir nuevos frentes, debido a que desde la conformación de su gobierno, con pago de cuotas a los aliados que lo llevaron al triunfo, dejó muchos resentimientos entre actores políticos de su partido el PAN.

Los siguientes dos años del gobierno de Fox, pasaron sin pena ni gloria, salvo los negocios de la ex primera dama Marta Sahagún, a través de su fundación «Vamos México» cuyas cenas-compromiso obligaban a los gobernadores, secretarios de estado, embajadores, empresarios y hombres pudientes, a adquirir mesas de diez boletos con un costo de diez mil dólares por boleto, para cenar en el Castillo de Chapultepec, acompañados por la música y cantos de Elton Jhon. Esos eventos, más subsidios y donaciones recibidas por la fundación Vamos México, jamás pasaron por alguna instancia reguladora de la transparencia y mucho menos del uso y destino de esos fondos, que junto con otros negocios la vox populi señala que Marta compartió con sus hijos y con su ex esposo el doctor Bribiesca.

El último tercio del gobierno de Fox, lo pasó entre pleitos con la dirigencia nacional del PAN y con su sucesor Felipe de Jesus Calderón Hinojosa, a quien primero alentó para ser el sucesor y después cuando Calderón tenía todo el control nacional del panismo, Fox quiso evitar su llegada a los Pinos; por cierto sin resultados y con mucho desgaste para la pareja presidencial, que como ya se vio no tuvo quehacer, ni que reclamar al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. Felipe Calderón Hinojosa, respaldado por el General Guillermo Galván Galván, con las tropas del ejército mexicano bajo su mando; porque Felipe Calderón si ejerció el cargo de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que la Constitución Política de la República, reserva expresamente para el Titular del Ejecutivo. Vistiendo el uniforme militar (que conserva Margarita pendiente de ajustarle la talla, porque siempre le quedó grande y seguramente hoy más), el presidente Calderón comandó, dirigió y ordenó los principales operativos del Ejército y la Marina Armada de México en contra de las bandas de narcotraficantes y de los narcomenudistas, según consejos e información, que aseguran sus allegados, provenían del aparato de inteligencia oficial CISEN y del otro brazo ejecutor de Calderón, el Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, jefe de jefes de todas las policías de nuestro país; y el resultado final se estima en aproximadamente cien mil personas muertas y desaparecidas, como saldo pendiente de cubrir por Calderón y sus cómplices, frente al juicio de la historia.

Nada que ver durante el sexenio calderonista, con la economía de México y mucho menos con la dependencia económica de nuestro país, respecto del coloso del norte. México durante los doce años de gobiernos blanquiazules, siguió siendo el traspatio de los Estados Unidos y las reglas comerciales fueron impuestas por Norteamérica, de acuerdo al Tratado de Libre Comercio y a las oportunidades de oferta y demanda, en una relación trilateral, sin el menor control o intervencionismo del estado mexicano. La corriente migratoria de latinos y mexicanos, fluyó como nunca y al mismo tiempo, la introducción de la droga, cuyo trasiego se daba en nuestro país, llegó intacta a los consumidores norteamericanos.

En vísperas de la visita programada en la agenda de Donald Trump, para recibir al Presidente Enrique Peña Nieto, a fin de terminar con el tema de la construcción del muro fronterizo y del peregrinar de millones de mexicanos, que laboran por temporadas del otro lado del Río Bravo y de toda esa gente latinoamericana que ya por tradición, camina o se enfila a través de la «Bestia» para trasponer nuestra frontera norte y tratar de alcanzar el sueño americano; después de todo esto, se escucharon las voces beligerantes de los ex presidentes panistas y de los ex presidentes priistas, no se había escuchado su expresión de solidaridad con el actual presidente priista, hasta que habló el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, ya cuando las aguas parecen calmadas, y con un oportunismo notable y notorio, Ernesto Zedillo dijo que Peña Nieto ha hecho lo correcto; que preservar los intereses de México y las relaciones beneficiosas con nuestro vecino, por encima de la popularidad del presidente, resulta ser lo más adecuado, para no perder la posibilidad de uno o más acuerdos beneficiosos para México; ante el error de la idea de Donald Trump, respecto de la balanza comercial entre los dos países, fundamentalmente generada por el TLCAN; aunque en opinión del doctor Zedillo, ha sido un excelente instrumento, sin ser el único de los que México puede disponer para continuar con el desarrollo y crecimiento económico, que nos ha permitido aprovechar mercados importantes tanto igual o mayores que los mercados abiertos en los Estados Unidos.

El doctor Zedillo hizo mención especial del éxito logrado por Peña Nieto con el conjunto de reformas económicas «increíblemente ambiciosas», que deberían retomarse para fortalecer ese impulso reformista exitoso de Peña Nieto; al tiempo que, recomienda al gobierno de México utilizar todos los instrumentos jurídicos posibles; sobre todo atendiendo a la base legal regulatoria de la Organización Mundial del Comercio. El que no ha dicho palabra alguna para hacer presencia como ex mandatario, quien tiene mucho que decir y aclarar sobre las relaciones económicas y diplomáticas que sostuvo con el gobierno norteamericano; es Carlos Salinas de Gortari, quien contrario a su palabrería sexenal, hoy guarda silencio, con una prudencia que no tiene explicación y menos justificación.

Lo que no se olvida, a pesar de los más de veinte años transcurridos desde aquella quiebra económica nacional de 1994; cuando la recesión vivida en México, nos llevó a la devaluación del peso en más del cien por ciento de su paridad frente al dólar, con una erosión o desgaste de nuestras reservas internacionales; una caída del Producto Interno Bruto de seis punto dos por ciento y la quiebra de los bancos, resarcida con el famoso FOBAPROA, que propició negocios turbios entre el gobierno y los banqueros, pues ni el gobierno ni los dueños de la banca privada perdieron, al recuperar sus capitales y bancos; dejando a su paso millones de desempleados en las postrimerías del sexenio de Salinas y el inicio del gobierno del doctor Ernesto Zedillo. Entre los pies y por debajo de la mesa, se dieron con todo salinistas y zedillistas responsabilizándose ambos gobiernos del llamado «error de diciembre», cuya culpa recayó en el Secretario de Hacienda de Zedillo, doctor Jaime Serra Puche; señalado además de haber filtrado el diecinueve de diciembre por la noche, información privilegiada a los más importantes empresarios de México, con el anuncio acordado y guardado en la más absoluta reserva, de la devaluación del peso hasta por el quince por ciento; ocasionando el enriquecimiento de pocos y el empobrecimiento de todo el pueblo, que después se enteró del vaciado o disposición inminente de cuatro mil seiscientos treinta y tres millones de dólares de las reservas internacionales que vieron su fin el dos de enero de mil novecientos noventa y cinco. Y entre dimes y diretes de Salinas y Zedillo, se fue diluyendo la situación catastrófica y de emergencia económica en que quedó sumido México.

Tal vez a esos cargos de conciencia se deba, la aparición tardía del doctor Ernesto Zedillo y el ocultamiento y silencio, guardados zorrunamente por el autor del chupacabras y de tantas leyendas urbanas elaboradas en torno al ex presidente Carlos Salinas de Gortari.