Luego de dos días enteros, la Casa Blanca salió al paso del escándalo y rectificó uno de los puntos más polémicos del veto a migrantes: En un escueto comunicado, escrito en lenguaje burocrático, el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, explicó que los ciudadanos de los países vetados que posean una ‘green card’, la tarjeta que da residencia legal permanente en Estados Unidos, podrán entrar en el país.
Sin embargo, el comunicado se cuida de alertar que esto ocurrirá sólo en aquellas personas que, después de una revisión “caso por caso”, se compruebe que no ofrecen una “seria amenaza a la seguridad pública”.
Esta decisión alivia al medio millón de personas que viven en Estados Unidos con la residencia permanente y que proceden de los países vetados: Siria, Libia, Irán, Irak, Somalia, Sudán y Yemen. Estos ciudadanos, antes de la clarificación, se encontraban ‘de facto’ atrapados en el país, puesto que, en caso de salir, no habrían podido regresar a casa.
Además, también debería permitir la entrada de otra cifra indeterminada de ciudadanos estadunidenses con ‘green card’ de los países bloqueados que se encontraban en el exterior en el momento en que Trump firmó la orden ejecutiva.
Sin embargo, congresistas demócratas denunciaron ayer la detención, en el aeropuerto de Orlando, de un ciudadano iraní con residencia legal permanente en Estados Unidos, por lo que no está claro exactamente como se aplicará el nuevo matiz.