Los bandazos involuntarios que viene dando el Canciller mexicano Luis Videgaray Caso, a propósito de los desatinos con que inicia su gobierno Donald Trump, permiten valorar el trabajo que en su tiempo realizó la ex secretaria de relaciones exteriores Claudia Ruiz Massieu, quien a pesar de su juventud y nula experiencia en la diplomacia, su desempeño fue mejor, que el realizado hasta hoy por el amigo mexicano del yerno y del propio Donald Trump, doctor Luis Videgaray Caso. Claudia, hija de Adriana Salinas de Gortari y del finado José Francisco Ruiz Massieu, acribillado a mansalva por el sicario Daniel Aguilar Treviño, el día veintiocho de septiembre de 1994, en el corazón de la ciudad de México (a un constado del monumento a la revolución), al término de un desayuno con Diputados Federales electos, a los que habría de coordinar José Francisco en el nuevo gobierno próximo a iniciar por el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León.
Desde su toma de posesión, Videgaray Caso agradeció al Presidente Peña Nieto, la invitación para reintegrarse al gabinete y confesó ante los reporteros de la fuente, «desconocer las funciones de la cancillería», en una sincera y hasta humilde declaración, poco usual en los políticos mexicanos, confesión del titular de relaciones exteriores, que sirvió para «el golpeteo político» por los opositores al PRI-Gobierno y por los exquisitos integrantes de la gran familia de Embajadores, Cónsules, agregados y miembros del Servicio Exterior Mexicano, lamentando todos ellos la mala decisión del Presidente y la deshonestidad del nuevo Canciller, al aceptar una responsabilidad pública para la que no estaba preparado. Vino después la concertación de la audiencia y reunión de trabajo entre los Presidentes de Estados Unidos y México y sus equipos de trabajo, integrados por el Canciller mexicano, el Secretario de Economía Ildefonso Guajardo y sus pares del gobierno de Trump; reunión cancelada por el desatino y la prisa por la edificación del muro fronterizo y la anunciada salida de Estados Unidos, del TLC. Lo que quedó firme, fue la reunión en la Casa Blanca entre los colaboradores de ambos gobiernos, lamentablemente sin resultados y con un descalabro conocido ya en todo el mundo, para la política exterior de nuestro país. Ahora como tercer error atribuido al titular de la cancillería mexicana; al que no resulta ajeno el mismísimo Presidente Enrique Peña Nieto, pues en casos tan delicados, debió cuidarse la secrecía, evitando la filtración de la conversación telefónica del viernes pasado, en la que en opinión de AMLO, se «humilló» al Presidente Peña, con la amenaza del Presidente Trump, para enviar a México las tropas estadounidenses que fueran necesarias para detener a los «bad hombres».
La amenaza de invasión a nuestro país, se basa en la filtración de un extracto de la versión estenográfica, que transcribe lo dicho por el vocero del Presidente Eduardo Sánchez, aceptando el ofrecimiento «forzado» de una ayuda para eliminar al montón de «bad hombres» haciendo la tarea incumplida que Donald Trump atribuye al gobierno del Presidente Peña Nieto en el mencionado sentido. Llega el fin de semana con la incertidumbre para los consumidores de la gasolina, cuyo precio será incrementado, como ocurrió a partir del primero de enero de este año. Las protestas de los sectores sociales, se han estado produciendo, sin la violencia, ni los saqueos de las plazas comerciales, como ocurrió durante el primer gasolinazo; lo que no significa que con la nueva escalada de precios de la canasta de consumo básico, los marginados se crucen de brazos » a esperar el tercer incremento en las gasolinas» aguantado la pesada carga fiscal en sus espaldas. La Constitución Política de la República, establece la obligación de los mexicanos para contribuir al gasto público; solo que esa obligación, debe regularse bajo los principios de «proporcionalidad y equidad» y no bajo los principios autoritarios del gobierno, de «arbitrariedad y prepotencia». En dos días más se cumplen cien años de la Promulgación de la Constitución Política que nos rige, y el articulo 31 fracción IV de ese texto fundamental, sigue siendo violado, dando la autoridad fiscal al pueblo, «un trato igual, a desiguales» incrementando el peso de la carga fiscal entre los contribuyentes.
Cuando ocurrió el crimen político, que privó de la vida a José Francisco Ruiz Massieu; su hija Claudia, contaba apenas con veintidós años de edad y pudiendo dedicarse a pasear por el mundo, o a disfrutar de los beneficios económicos que le dejó su padre o que le podía proporcionar su madre, la señora Adriana Salinas de Gortari; optó por la preparación académica y una formación política, que le ha permitido ganar el reconocimiento y admiración de cuántos la conocen. El asesino confeso del doctor Ruíz Massieu, compurga una condena en el penal de Puente Grande Jalisco, al lado de proditorios criminales, de los que se jacta haber conocido y contar con su amistad, como el asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, el sicario Mario
Aburto. Primero en el penal del Altiplano, en Almoloya Estado de México, después en el de Puente Grande Jalisco, ambos centros de reclusión «de máxima seguridad», que han sido burlados por Joaquín Archivaldo «el Chapo» Guzmán Loera; y por nadie más, sin importar el peso político criminal o los recursos económicos de que disponga el interno. En ese tiempo, se dijo que Aguilar Treviño, había sido contratado por el diputado federal Manuel Muñoz Rocha (presunto complice de Raúl Salinas de Gortari), representante electoral de Tampico, Tamaulipas, a quien como si se lo hubiera tragado la tierra, jamás se le volvió a ver y ni con el auxilio de la vidente conocida como «la paca» (Francisca Zetina), el Fiscal Pablo Chapa Bezanilla pudo lograr la ubicación de Muñoz Rocha o la identificación por los métodos científicos de los supuestos restos del diputado tamaulipeco, aparentemente sembrados en los jardines de la casa denominada el Encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari, quien finalmente fue acusado, apresado y penalizado como autor intelectual de la muerte de su cuñado José Francisco Ruiz Massieu.
Claudia Ruíz Massieu Salinas, pronto volverá al gabinete de Enrique Peña Nieto, y su futuro político, encontrará la vía libre para proyectar su personalidad en el mundillo de la política, pues de padre y madre le vienen los genes formadores de su sensibilidad y tacto político. La diferencia entre Luis Videgaray Caso y la hija de Ruíz Massieu, se observa y se mide por la honestidad de ambos; pues mientras Videgaray Caso, sin preparación para ser Canciller, aceptó el nombramiento como titular de Relaciones Exteriores; Claudia Ruiz Massieu, no aceptó la propuesta de Peña Nieto, para ser designada Secretaria de Cultura del gabinete federal, para ocupar el cargo que dejó vacante Rafael Tovar y de Teresa; bien por la funcionaria que declinó hacerse cargo de tan importante dependencia, por sentir y estar consciente, que no le respondería con ética y profesionalismo, a su jefe y amigo el Presidente Enrique Peña Nieto.
Los todologos, han pasado de moda y por ello los especializados en la función pública, quienes solo aceptan «trabajo en lo que saben hacer», tienen ganado el respeto y la admiración de la sociedad; los «chambistas», que se prestan a la simulación para no salir del presupuesto público, tienen ganado el repudio y el menosprecio de quienes los conocen. De estos últimos está lleno el gobierno federal, pero también, el gobierno del estado de Veracruz y para muestra, habría que revisar una por una, las dependencias oficiales, desde la Secretaria de Gobierno, hasta la oficina de intendencia del Palacio gubernamental. El doctor Javier Duarte de Ochoa, solo aceptaba expertos en rapiña y malas mañas, que le ayudaran a dejar el desorden administrativo y la quiebra financiera que hoy se pretende limpiar, con un crédito pagadero durante los próximos cincuenta años, por muchos paisanos que ni siquiera han nacido, pero que ya cuentan en su haber, con un gran pasivo, que los mantendrá endeudados el resto de sus vidas.





