En el gobierno federal están desesperados ante la virtual desaparición de Javier Duarte. “Ni siquiera El Chapo Guzmán se nos había escondido tanto”, dice un alto funcionario responsable de la búsqueda del ex gobernador prófugo de Veracruz. Las distintas agencias de seguridad que lo buscan, comenzando por la Marina con sus células de élite y siguiendo por el Ejército, la Policía Federal y la PGR, siguen sin tener idea de dónde está oculto el veracruzano y, aunque las últimas pistas siguen apuntando a Centroamérica, entre Guatemala y Costa Rica, la realidad es que todo el aparato de seguridad federal está dando palos de ciego con sus operativos y cateos. Para colmo, un juez federal ordenó a las autoridades responsables de la búsqueda “cesar el acoso en contra de la familia de Duarte y pidió que disminuyeran las acciones de vigilancia y seguimiento a Antonio Macías, padre de Karime Macías y suegro de Duarte, y quien tiene actualmente bajo su custodia a los hijos de la pareja de prófugos que han burlado a toda la inteligencia del gobierno federal. El último cateo ministerial se efectúo precisamente en una propiedad del suegro de Duarte en Veracruz, aunque Tony Macías hace tiempo se mudó a Chiapas, donde era objeto de un seguimiento permanente porque las autoridades esperan que en algún momento Duarte y su esposa intenten ver o contactar a sus hijos. Pero ante la queja de la familia por “acoso judicial” y la orden del juez, esa vigilancia tendrá que disminuir. El problema para el gobierno del presidente Peña Nieto es que justo en momentos en que la aprobación presidencial sigue en entredicho y se ha visto afectada por las presiones y golpeteos del gobierno de Donald Trump, había la intención de que se lograra la captura de Javier Duarte como una forma de mejorar la imagen presidencial y del gobierno antes de comenzar las negociaciones formales con el gobierno de Estados Unidos, cosa que ya no ocurrió. Y luego se pensó en lograr algún otro “golpe” en materia de corrupción con los ex gobernadores que han sido investigados, pero ahí tampoco hay grandes avances ni expedientes que permitan sustentar una orden de aprehensión… (Fuente: El Universal, “Serpientes y escaleras”; Salvador García Soto, 09/FEB/2017).