Finalmente el vaticinio del fracaso a la Marcha de la Unidad Nacional, convocada por las organizaciones civiles, se cumplió; y desde los días previos al domingo pasado, versiones encontradas auguraban por un lado el rotundo fracaso; y por el otro lado se dijo que sorprendería México al mundo con la muestra de unidad nacional convocada desde la ciudadanía y sin padrinazgo; tratando de justificar sus liderazgos respectivos y con el fin de seguir recibiendo los «respaldos» oficiales (léase subsidios); María Elena Morera e Isabel Miranda de Wallace, no escatimaron nada para ser reconocidas como quienes capitalizarían sus respectivas marchas y el gran total de todas las marchas.
Se hicieron cuentas alegres por las principales organizadoras del evento de la multitudinaria asistencia, voluntaria y no manipulada de la sociedad civil, marchas que concluyeron ayer con la desagradable sorpresa de haber contabilizado, cuando mucho veinte mil asistentes cuando esperaban una cantidad igual a la del año 2004 que superó al millón de personas, en su protesta contra la inseguridad, delincuencia e impunidad.
El choque entre la Morera y la Wallace, es como el botón de muestra, del divisionismo que existe entre los políticos mexicanos; que no deja trabajar en grandes proyectos, ni porque se muestren sus bondades y el beneficio que podría generar cualquier acción ciudadana orientada en favor de los que menos tienen o de las causas justas de beneficio colectivo. La insidia, la mezquindad, la envidia, la vanidad, prevalecen entre políticos con partido y sin partido, pero siempre buscando ocupar el lugar que ya está ocupado por otra persona y que sabemos que será difícil tumbarla de la silla, para que se siente el recién llegado. Por eso resulta más importante llegar primero y bien apadrinado, para no competir con otro madrugador.
Con una nación dividida, un gobierno en entredicho, que acarrea un descrédito total y partidos políticos que no ven el futuro de México; sino el futuro inmediato de sus dirigentes y la oportunidad de alcanzar el poder sin algún proyecto transformador o reivindicador de los demandantes de oportunidades de trabajo, de espacios educativos, o de necesidades básicas institucionales, que se encarguen de la alimentación, salud, vivienda y todo lo necesario para su desarrollo; y si a esos sectores marginados, se les agregan los inconformes con los servicios de seguridad pública, de combate a la delincuencia y de justicia, veremos que el grueso de la población desatendida por el gobierno del Presidente Peña Nieto, es mayor que cualquier otro en tiempos de sus predecesores; resulta sorprendente, que en el 2004 la Marcha Blanca contra la inseguridad e injusticia haya reunido un millón de personas y el día de ayer, por las mezquindades y divisionismo expuesto, teniendo causas de sobra y mayores agravios que en el 2004, únicamente se hayan podido reunir cerca de veinte mil personas, que representan el dos por ciento del total de asistentes a la primera marcha.
Repudiada la clase política por los prirrurris de la sociedad civil y para evitar un linchamiento o por lo menos rechiflas y mentadas de madre, como las que se gritaron en contra de Isabel Miranda de Wallace ( quien pretextando peligrar su vida, aprovechó para retirarse del lugar), ningún político del PRI, PAN, PRD, MOVIMIENTO CIUDADANO, MORENA , etc, tuvo el valor de enfrentarse a sus críticos y enarbolar la bandera de defensa de los migrantes, y protestar por la infundada, improcedente, ilegal y arbitraria medida impolítica del gobierno de Donald Trump, quien con un gesto similar al del Führer Adolfo Hitler, ha decidido acabar con las aspiraciones de la raza de bronce mexicana, de la raza negra africana, de los amarillos asiáticos y de todas las mezclas latinoamericanas y europeas que tengan que ver con los países árabes; con tal de depurar a los habitantes de Estados Unidos y ocupar la mano de obra en trabajos menores que siempre han despreciado los gringos, con tal de impedir la desobediencia al rubio oxigenado, farsante y omniprepotente presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Y como palo dado, ni Dios lo quita; no cabe ahora repetir la tarea de otra convocatoria para protestar y mostrar solidaridad con la causa mexicana de los migrantes; sino que nos corresponderá sumarnos a tareas más concretas, de dignidad, «pero de a de veras», redoblando esfuerzos en el campo, la industria, las fábricas, las universidades y toda factoría que pueda incrementar la producción nacional de bienes y servicios; de tal suerte que satisfecha la demanda de los mexicanos de acá; podamos exportar la producción excedente, para todo el mundo, sobre todo hacia los mercados de Asia, en donde por lo menos lograremos intercambios o permutas de mercancía, con lo que supliremos el déficit comercial que Donald Trump quiere ocasionar para perjudicar la economía de nuestra república. Este propósito de trabajar más y producir más, para exportar y aumentar los empleos internos, sin duda va a generar el arraigo de potenciales migrantes y la oportunidad para quienes desean salir del país a buscar otras opciones, considerar los países asiáticos como una opción verdadera y real.
Entre tanto, la disputa por las sillas municipales en los doscientos doce ayuntamientos veracruzanos, comienza a tomar forma y aparecen los primeros actores políticos, quienes asumiendo un liderazgo fantasma, suspiran y aspiran al relevo por los primeros cuatro años, con posibilidades de reelección, de los alcaldes y alcaldesas en funciones, quienes en lugar de preocuparse por una rendición de cuentas apegada a la ley; se preocupan más, por imponer sucesor, que les permita «tapar» los hoyos financieros y la carencia de obras públicas o la entrega incompleta y deficiente de sus obras; siguiendo el ejemplo, de quien los impuso en el cargo y lleva ciento veinte días prófugo de la justicia federal, boletinado a la Interpol, con redes policiales en ciento cinco países; y a pocos días de ser aprehendido el doctor Javier Duarte de Ochoa, «inventor indiscutible de la operación licuadora», que hasta el alcalde del municipio más pequeño del estado, hoy maneja a la perfección la pequeña osterizer que tritura, revuelve y desaparece los ingresos municipales, el doctor Duarte de Ochoa podrá sentirse orgulloso de los discípulos que dejó en Veracruz y de los que van a llegar a relevarlos, abanderados por el PRI, sus aliados o los partidos succionadores creados y mantenidos por JD.





