Hay cosas que de verdad deberían causan no solo malestar e indignación, sino un reclamo nacional para que se castigue a quien usó la fuerza del Estado para privilegiar intereses políticos.
Y es que la Dirección General de Investigación Estratégica del Instituto Belisario Domínguez, el centro de estudios legislativos del Senado de la República, presentó el documento “Seguridad interior: elementos para el debate”, en el que con base en números fríos, concluyó que la llamada “guerra contra el narco” lanzada por el entonces presidente Felipe Calderón a inicios de su sexenio no tenía justificación, pues la violencia en México “se encontraba en niveles mínimos históricos”.
Esto significa que en realidad “no existía una crisis de seguridad que justificara el despliegue simultáneo de operativos con las Fuerzas Armadas”, y que dicha estrategia “no redujo la violencia existente en el país”, sino todo lo contrario: “detonó una posterior ola de violencia”.
O lo que es lo mismo: la “gran cruzada” del calderonismo para legitimarse en el poder, que costó más de cien mil muertes en el país tan solo durante su sexenio y que hasta la fecha no ha sido modificada, no tenía razón de ser.
Pero a Calderón no sólo no se le llama a juicio político o penal por su gigantesca deshonestidad. Ahora se quiere reelegir en la Presidencia a través de su esposa y hay quienes les hacen fiestas.
Bien dicen que el verdadero problema de México está en casa.
