El PRI no entiende, o no puede entender, o simplemente no quiere cambiar, esto por los candidatos que se quieren imponer en las regiones, hombres impresentables a quienes en el discurso, el Revolucionario Institucional dice que combatirá.
Ejemplos sobran. Pero como muestra ahí les va un botón.
Ahí tenemos el caso de Ricardo Orozco Alor, quien quiere ser candidato a la alcaldía de Minatitlán, con un pasado de impunidad que incluye presunto desvío de recursos, abuso de autoridad y nepotismo.
No pasó ni un año de haber perdido las elecciones para la diputación local, y ya el pasado domingo afirmó que está firme en su decisión de gobernar a los minatitlecos y que busca la unidad con todos los grupos priistas, “a excepción de los que ya se fueron como ratas, cuando se hunde el barco”.
En esta era de guerra sucia y redes sociales, Orozco tiene una cola muy larga que le pisen y que sin duda, lo bajarán del caballo que tan seguro siente: lo primero, lo evidente y documentadísimo por los medios en muchísimas investigaciones: la corrupción al interior del Instituto Tecnológico Superior de Coatzacalcos (Itesco).
Hay documentos que prueban que metió de aviadora a su esposa Yaqueline Rangel Cardoza, como Coordinadora de Promociones. A Felipe Arturo Rangel Cardoza, su cuñado, lo hizo Jefe de División de Mecatrónica; dos sobrinos suyos, los metió de profesores: Angélica Rosaldo Martínez y Miguel Rosaldo García; y a una tercer sobrina, Itzel Patricia Orozco Ortiz, la nombró secretaria del Departamento de Servicios Escolares, todos con salarios de hasta 16 mil pesos.
Probadísimo está cómo tomó y manipuló el sindicato para controlar asignación de plazas, derechos de los proveedores de servicio y cuotas sindicales no sólo del Itesco sino de la Universidad del Sureste también.
Este poder le permitió operar políticamente para el PRI: acarreaba gente (prometía puntos o incluso calificaciones a los alumnos), llenaba eventos del gobernador y secretarios de despacho, y tuvo que llenar hasta espacios del Carnaval para ganarse favores.
Cualquier beneficio que pudo obtener ilícitamente del Itesco no lo desaprovechó: aviadores, despotismo, desvío de recursos, mujeres jóvenes, falsas estudiantes y becadas, que gozaban igualmente impunidad por tener “lazos cercanos” con el hoy aspirante.
En el instituto dejó a un subordinado, José Luis Sánchez Toral, quien también acomodó a toda su parentela, y en el sindicato a Ana Isabel Hernández Jacobo como secretaria general.
El jefe político de Ricardo Orozco es nada menos que el doctor Flavino Ríos Alvarado, exgobernador, exsecretario de Gobierno y de Educación con Duarte, y quien se lo trajo a Xalapa como asesor en la Segob, con la promesa de convertirlo en un director de los tecnológicos “de facto”, sin nombramiento, para operar con miras al 2016.
En su primer intento de ejercer tal poder, fracasó, ya que quiso imponer a Francisco Vázquez Cuevas como sub director del Tecnológico de Xalapa, lo que derivó en una manifestación que llevó a paro a ocho institutos, con la promesa de sumarse los demás, así como planteles del Cobaev y Cecytev, entre otras instituciones, críticas y repudio hacia Ricardo y a su padrino político.
Flavino lo acomodó primero en el Consorcio Clavijero, y después lo hizo Director de Transporte Público del Estado, donde practicó una costumbre que ya traía del Itesco: cobrar todo tipo de cuotas.
Los transportistas lo acusaron de vender las órdenes de reemplacamiento hasta en 5 mil pesos, cobrar a más de 5 mil taxis sin placas para que siguieran operando con la protección de las autoridades.
Es más, hace unos días, el secretario general de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCEM), Mario Clairgue Viveros, denunció que Orozco Alor creó una presunta empresa fantasma de nombre Transporte Punta del Mar, “es una casa particular, al parecer de su hermana y una empresa fantasma, a la que le otorgó más de 100 placas el 29 de noviembre de 2016, casi dos días antes de entregar el puesto”.
¿Y con personajes como estos el PRI pretende ganar las elecciones municipales?