Y la Mejor Película es para… lo políticamente correcto, lo artístico o lo espectacular

Casi 90 años han pasado desde la primera entrega de los Premios Oscar. Se entregaron durante la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam y de Irak; se entregaron durante la guerra fría y las revoluciones tecnológicas; se entregaron durante los tiempos de la discriminación racial y la protesta y en la mayoría de las ocasiones han dado de qué hablar porque el arte, y el cine en este caso, no pueden mantenerse ajenos a lo que sucede.

Año con año se han dado el tiempo de amoldarse al momento turbulento o ideológico que ocurre y este año no es la excepción. El 2017 ha sido para la Academia de Hollywood una oportunidad para limpiar sus polémicas de discriminación racial. A la competencia máxima fueron invitadas tres películas con temáticas sobre afroamericanos, un número récord en la historia: Talentos ocultos, Fences y Moonlight (la más fuerte oponente de la favorita La La Land).

En el 2014, la presentadora de la ceremonia, Ellen DeGeneres, dijo al inicio de la entrega: “Hay dos posibilidades: una, que gane 12 años de esclavitud, y dos, que todos sean unos racistas”. El año pasado la controversia llegó a tener toda una campaña de protesta contra la falta de nominados afroamericanos por segundo año consecutivo, bajo el lema #OscarsSoWhite (Oscars demasiado blancos), pues en toda la historia sólo 25 intérpretes negros han sido nominados y, de ellos, 10 ganaron la estatuilla.

Y es que los premios han servido como una forma de calmar las críticas en torno a cada situación. Sobre todo en los últimos años hay tres sucesos importantes: Primero el merecido premio a Halle Berry por su papel en Monster ball, en una contienda que bien pudo haber ganado Judi Dench por Iris. Berry se convirtió en la primera mujer de raza afroamericana en obtener el Oscar como la mejor actuación protagónica. Fue una buena movida de la Academia, convirtiendo el momento en un acto políticamente correcto

En el 2010, Katerine Bigelow se convirtió en la primera mujer en ganar el premio en Mejor Dirección al tratar el tema de la guerra de Irak en Zona de miedo (por encima de James Cameron y su Avatar; o Quentin Tarantino, y sus Bastardos sin gloria) y un año más tarde El discurso del Rey ganó el galardón a la Mejor Película con lo cual también La Academia mostró que no sólo historias de América tenían derecho a ganar y que estos premios eran globales. Ese año competían películas como El cisne negro, de Darren Aronofsky; El origen, de Christopher Nolan y The Social Network, de David Fincher, por mencionar algunos.

Si la Academia sigue esa tendencia de mostrarse políticamente correcta estaremos ante la sorpresa de ver cómo La La Land será superada por Moonlight. Más allá del mérito artístico de la cinta de Barry Jenkins (que sí lo tiene), el premio llegaría como un acto político. Una lástima porque Jenkins ha declinado a la idea de hacer cine de denuncia en pro de la igualdad de derechos de los afroamericanos y al contrario nos ofrece una película abordada con una delicadeza admirable: es un filme con un contexto desgarrador, crudo en su contenido pero contado con narrativa poética y profunda.

En el caso de que gane alguna de las cintas como Fences, de Denzel Washington, o Talentos ocultos, de Theodore Melfi, el gesto político será más que evidente, pues ninguna de las dos tiene los elementos artísticos suficientes; la primera es un drama más teatral que cinematográfico y la segunda es una película que ridiculiza la sensacional historia de tres brillantes mujeres científicas afroamericanas que trabajaron en la NASA a comienzos de los años sesenta.

En los últimos años también se ha mostrado una discrepancia marcada entre la película que es más compleja en su nivel técnico que artístico o actoral. A menudo se lleva más premios la película con más detalle técnico pero no los principales. A casos como los de Mad Max, de George Miller (6 premios) y Gravity, de Alfonso Cuarón (7), podría sumarse La La Land, que parece tener en el bolsillo muchas de las aspiraciones técnicas. Sin embargo, su cineasta Damien Chazelle busca consagrar su homenaje a los musicales con una propuesta que ha enamorado a la crítica, ha dividido a la audiencia y ha mantenido en incertidumbre a los miembros de la Academia.

Curiosamente, el filme de mayor complejidad técnica y narrativa es el que puede ser el más derrotado. Con ocho nominaciones La llegada de Denis Villeneuve, y para muchos la mejor cinta del año, no ha tenido la respuesta de la temporada de premios. Una película que además de recuperar la esencia de la ciencia ficción tiene una propuesta narrativa y argumental ha sido injustamente infravalorada por la Academia.

Han pasado 21 años desde la anterior presencia de Mel Gibson en los Oscar. Entonces ganó dos estatuillas como productor y director de Corazón valiente. Se tendrá que conformar con la nominación a su filme Hasta el último hombre; la desgarradora pero hermosa Manchester frente al mar es ganadora sólo como un sueño guajiro, a pesar de su extraordinaria manufactura desde el guion hasta las actuaciones. De Lion, de Garth Davis, y Enemigo de todos, de David Mackenzie, poco hay que decir en cuanto a posibilidades como Mejor Película, en una ceremonia como los Oscar.

Premios de las películas esta temporada

La La Land: PGA, Globo de Oro, BAFTA, Critics’ Choice y 17 de crítica.
Moonlight: Globo de Oro, Gotham Awards y 20 de crítica.
Manchester frente al mar: Satellite y 3 de crítica
Enemigo de todos: 2 premios de crítica.
Talentos ocultos: 2 premios de crítica.
Fences: Sólo nominaciones.
La llegada: Sólo nominaciones.
Lion: Sólo nominaciones
Hasta el último hombre: Sólo nominaciones.