“No tenemos que ejercer ninguna presión porque nuestra labor es predicar”, aseguró el Arzobispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Xalapa, Rafael Palma Capetillo al negar que la iglesia católica hubiera presionado al Gobierno de Veracruz para que abrogara la Carta Matrimonial decretada recientemente a iniciativa del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
A decir de los católicos, el documento no precisaba en su redacción “unión de personas” que únicamente se daba marco legal a la unión de parejas heterosexuales, abriendo la posibilidad de incluir en este derecho civil a las parejas del mismo sexo, lo que provocó su inconformidad. Como respuesta al anuncio de nuevas protestas de parte de organizaciones católicas, el Gobierno de Veracruz modificó el texto publicado el pasado 20 de febrero. “…acorde que vive la sociedad y bajo una perspectiva de igualdad y respeto a los derechos humanos, es menester adecuar la Carta Matrimonial que es emitida en dichos actos civiles por el Gobierno de Veracruz” citó en dicha modificación el gobernador Yunes.
Monseñor Rafael Palma Capetillo dijo que la iglesia ora para que los gobernantes “tengan lucidez” en sus gestiones: “Nosotros deseamos que entre nuestros gobernantes tengan la lucidez, nosotros consideramos, tenemos siempre la obligación de orar por el más pobre y por el más importante en la sociedad como los que gobiernan, siempre tenemos que estar pidiendo”.
Insistió en que la fe católica no desprecia a nadie y respeta todas las formas de vida, sin embargo no puede dejar de defender los principios fundamentales.
“Si hay otras formas de vida, pues se respetan, pero no se pueden dejar de defender los principios fundamentales, porque esto es evidente que sostiene a la sociedad y va a ser lo que ayude al verdadero progreso de las personas y las familias. Comprendemos que en el mundo hay una mentalidad distinta, hay gente que muestra una especie de apertura a otras formas vida. Las respetamos y consideramos que pueden seguir su camino».
En el marco del Día Internacional por la Familia, celebrado cada primer domingo de marzo reconoció la necesidad de orar por la familia.
“En la familia tiene que haber un ambiente de paz para que esto mismo se transmita a la comunidad y en todas partes. Estamos seguros que si en la familia se inculca que todos tenemos que aprender a convivir con todos, a pesar de las diferencias que son muy sanas, son muy nobles, tenemos que ver lo que nos une y si seguimos un camino común, así aprenderemos a respetarnos y a ayudarnos unos a otros”.




