Los señalamientos del sacerdote Alejandro Solalinde son juicios temerarios y sin sustento, aseguró el obispo de la Diócesis de Córdoba, Eduardo Patiño Leal.
En conferencia de prensa dijo que sus acusaciones son graves y sólo confunden y agravian a las Iglesias.
“El día de ayer en los diarios de Córdoba y otros medios digitales se publicaron declaraciones que el padre Alejandro Solalinde expresó en la ciudad de Xalapa en un foro de la UV, haciendo juicios temerarios sobre una supuesta complicidad perversa de los hermanos sacerdotes de Veracruz y de los obispos de las 8 diócesis de la Provincia con los gobernantes de sexenios anteriores y las bandas criminales que tanto dolor y muerte han dejado en las familias. Estas declaraciones y condenas no tienen sustento: son bastante graves y genéricas que confunden y agravian a las Iglesias locales: parecen un juicio sumario para condenar mediáticamente: se dan por un hecho situaciones que no sucedieron – al menos – no como el padre Solalinde las narra”.
Asimismo el prelado negó las acusaciones que le hizo el sacerdote Alejandro Solalinde y afirmó que ni él ni otros obispos y sacerdotes saben, ni tienen información de un lugar concreto de fosas o cuevas donde oculten a personas asesinadas.
Por lo que llamó al padre Alejandro Solalinde que aporte pruebas de sus acusaciones ante las autoridades correspondientes, si es que las tiene.
Ante eso, el obispo de Córdoba se dijo tranquilo y dispuesto a cooperar si es requerido por alguna autoridad.
“Mi intención no es generar polémica, sino defender la verdad, de modo que conociéndola, quienes me han comentado su rechazo e indignación por los juicios del padre Solalinde, puedan tener una visión objetiva y contextualizada con fundamento”.
Es más señaló que se le reconoce la labor que el presbítero ha realizado a lo largo de su ministerio sobre todo acompañando el drama de los migrantes centroamericanos y mexicanos, pero en lo que no coincide es en la postura un tanto maniquea o simplista, según la cual, solo los que trabajan a su estilo son valiosos, mientras el resto queda anulado o despreciado, “como si solo unos fueran los buenos y valientes, mientras los demás serían los malos, mediocres, además de cobardes, o incluso cómplices”.
A la vez reconoció que sí hubo un encuentro con el padre Solalinde en el Puerto de Veracruz el 21 de junio de 2011, y recordó que: “en ella reflexionamos sobre el apoyo que daban los albergues de migrantes y sobre las vejaciones sufridas por ellos en su penoso camino. También nosotros compartimos nuestras propias experiencias al respecto. Yo no recuerdo que hubiese algún reclamo de su parte hacia nosotros los obispos, antes bien fue un compartir solidario tanto sobre los migrantes como por su persona que entonces había sufrido amenazas. El mismo nos pidió no hacer público su encuentro con nosotros y entendíamos que era justificado por la prudencia de cuidar su seguridad e integridad física”.
“Pero lo que sí creo poder asegurar es que ni yo, ni algún otro hermano obispo sabíamos, ni tampoco ahora, tenemos información alguna de un lugar concreto donde se oculten cuerpos de personas asesinadas. Por eso hace más de un año, expresé a los medios que yo no podría dormir tranquilo una noche sabiendo de la ubicación de una fosa, y no lo hubiese denunciado ese mismo día a las autoridades y a los medios. Ha sido más bien el padre Solalinde quien expresamente ha dicho a los medios que él ya sabía de un lugar concreto, pero que no lo revelaba a la prensa porque, se negaba a “dar a conocer el lugar donde se encuentran las fosas comunes, para que el gobierno no limpie las evidencias”.
Sobre las acusaciones hechas a los obispos de ser cómplices por supuestamente saber y no haber denunciado a tiempo, el obispo de Córdoba dijo: “considero de que el padre debe reflexionar y rectificar sus acusaciones: Los obispos no sabíamos ni sabemos sobre localización alguna de fosas o lo que sea. Por lo tanto no solapamos a nadie. Mucho menos por supuestos favores de los gobernantes. Por su parte, él sí ha repetido conocer al menos de un lugar, y al parecer aún no ha denunciado su ubicación. Quizás él tenga razones válidas para no hacerlo, sea por no exponer la vida de otras personas o porque no le tiene confianza a las autoridades. Puedo comprender esto: no lo juzgo, ni lo condeno, tampoco atribuyo su silencio a favores o intereses que quisiera conseguir. Yo respeto su conciencia y sus decisiones, pero también le pido respete las de nuestros hermanos en el sacerdocio y la de los pastores de la Iglesia”.
El prelado aprovechó para llamar a la feligresía a luchar desde todos los frentes contra el mal, la violencia y la corrupción. “Junto al anuncio del Evangelio, tenemos también que denunciar lo que va contra el proyecto de Dios. También yo he denunciado en repetidas ocasiones en homilías, catequesis y con los medios, de que es una contradicción llamarnos cristianos y permitir que estemos llorando semana tras semana los secuestros, los baleados, los desaparecidos y los jóvenes coptados por el narco y la delincuencia. También he denunciado desapariciones forzadas y he tenido que intervenir pidiendo respeto mutuo entre militares, campesinos, y otros cuerpos de seguridad pública. Con frecuencia a final de las confirmaciones, exhorto a los padres de familia a prevenir que sus adolescentes caigan presos del narco y el dinero fácil. Me consta que hermanos sacerdotes también lo hacen”.
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