En los años setenta, los movimientos revolucionarios, encabezados principalmente por jóvenes universitarios, que tenían un carácter belicoso y una ideología subversiva, de inconformidad permanente con todas las decisiones emanadas del gobierno federal y de los gobiernos estatales; fueron promotores de una lucha radical, que pretendía por medio de la violencia, derrocar al gobierno instituido conforme a las bases establecidas en la Constitución Política de la República; al tiempo que aspiraban a implantar un reparto de la riqueza acumulada en unas cuantas familias (tal como sucede hoy en día), pero ese reparto se daría despojando, sin más trámite, a los ricos de entonces; y al estilo chucho el roto, hacer la repartición con quienes ellos consideraban merecedores de la justicia revolucionaria impartida por organizaciones guerrilleras.
Así se tuvo conocimiento de la formación en 1973, de la “Liga Comunista 23 de septiembre” con influencia en los estados de Jalisco, Nuevo León, Sinaloa y el Distrito Federal; también apareció en 1967, el Partido de los Pobres, cuyas acciones se conocieron en Guerrero, Aguascalientes y el Distrito Federal; para el año de 1970, el Frente Estudiantil Revolucionario, aparece en Jalisco; y al año siguiente el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo, con influencia en Jalisco, Oaxaca y el Distrito Federal; en 1969 se registra la organización Fuerzas de Liberación Nacional con trabajo político-guerrillero en Nuevo León, Veracruz Puebla, Tabasco y Chiapas; en 1968 aparece el Comando Urbano lacandones “Patria Nueva”, con radio de acción en el Distrito Federal; en 1969 el Movimiento de Acción Revolucionaria, con afiliados en Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Veracruz, Distrito Federal y Puebla; además de las anteriores, se registran otras veintidós organizaciones ubicadas en diferentes estados de la república; y el experto en el combate a los movimiento subversivos de la década de los años setentas el General de División Mario Arturo Acosta Chaparro, recientemente fallecido, en coordinación con la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, fue quien aportó casi toda la información para conocer y combatir a las organizaciones participantes en la guerrilla, hoy por fortuna desaparecida, exterminada y por muchos olvidada.
Los graves errores cometidos por los grupos integrantes y promotores de la guerrilla, se iniciaron cuando decidieron obtener el financiamiento para el movimiento, mediante el cobro del recate por el secuestro a personalidades, que una de dos, pagaban fuertes sumas de dinero o desataban una cacería con el ejército y fuerzas especiales antiguerrillas. En octubre de 1973 la liga Comunitaria 23 de septiembre, secuestró al industrial Fernando Aranguren Castiello exigiendo como pago del rescate la liberación de cincuenta y un guerrilleros presos, su traslado a Corea del Norte, publicación de diversas proclamas en los principales diarios nacionales y la entrega de doscientos mil dólares en efectivo; la recomendación del gobierno a los familiares del secuestrado y la decisión misma del gobierno fue negarse al pago y condiciones del rescate, por lo que los secuestradores aparentaron liberarlo y fue ejecutado con un balazo en la nuca. Este proditorio crimen, se dio unos días antes del intento de secuestro del industrial regiomontano don Eugenio Garza Sada, muerto en el rafagueo que se suscitó entre los guardias de seguridad de don Eugenio y los fallidos secuestradores; aunque la opinión pública responsabilizó al presidente Luis Echeverría Álvarez, por el cobijo de su gobierno a los grupos guerrilleros, quienes en nombre de los pobres, atacaron a los máximos representantes de las familias más acaudaladas; lo cierto es que el crimen de Sada fue reivindicado por la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Sería extraña coincidencia o por lograr un golpe espectacular para el Frente Revolucionario de Acción Popular, pero la decisión que tomaron sus dirigentes en agosto de 1974, los condujo al secuestro de quien fuera gobernador de Jalisco y retirado de la política, por el vínculo que lo unía como suegro con el Presidente Echeverría, don José Guadalupe Zuno Hernández, por quien solicitaron para su liberación, el pago de veinte millones de pesos, más una entrevista en televisión y radio por una hora, a diez militantes del Frente, y recibido el pago, liberarían al padre de “la compañera” María Esther Zuno de Echeverría; se dijo entonces, que los guerrilleros no obtuvieron nada y diez días después del secuestro, apareció liberado, sano y a salvo el suegro del presidente en turno licenciado Luis Echeverría Álvarez. Ante los resultados adversos por las secciones de los grupos guerrilleros, en un intento de reivindicación y para dar la bienvenida al sucesor de Echeverría, la Liga Comunista 23 de Septiembre, en agosto se 1976, intentó secuestrar a Margarita López Portillo, hermana querida y poderosa funcionaria después, del presidente electo de México, licenciado José López Portillo y Pacheco. El fracaso de la guerrilla fue contundente y solo logró una batida del gobierno con fuerzas antiguerrillas, para acabar por completo con cualquier vestigio de los fallidos y frustrados guerrilleros y de su movimiento reivindicador de los pobres.
En el Gobierno de López Portillo, el ilustre veracruzano Jesus Reyes Heroles, último ideólogo de la revolución mexicana, propuso al presidente, dar apertura y legitimación en la lucha política, a las minorías disidentes, promoviendo la legalización del representante histórico de la izquierda de México, el Partido Comunista y con esa y otras acciones, se hicieron nuevos planteamientos de inclusión para el debate político nacional, escuchando la voz de las minorías, pero decidiendo racionalmente, con el respaldo de las mayorías; aunque algunos críticos manifestaron su inconformidad, señalando que esa política se resumía en la frase siguiente: ” que todo cambie, para que todo siga igual”, sin embargo, el debate en las cámaras se enriqueció con el pensamiento de intelectuales identificados en la izquierda y con el discurso de los más aventajados políticos del (desde entonces) viejo régimen de la revolución institucionalizada.
La seguridad nacional en la década de los setenta, tuvo un camino trazado que partía de la Secretaría de Gobernación, vía la Subsecretaria a cargo del Capitán Fernando Gutierrez Barrios; pasando por la Dirección Federal de Seguridad, a cargo del capitán Luis de la Barreda Moreno; quien le entregó la dependencia a Javier García Paniagua, este a su vez al Teniente Coronel Miguel Nazar Haro, después correspondió al licenciado José Antonio Zorrilla Pérez y con la creación de la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional, se nombró como su titular al licenciado Pedro Vázquez Colmenares. El CISEN tuvo como Director al General Jorge Carrillo Olea, al licenciado Fernando del Villar; al licenciado Eduardo Pontones; al ingeniero Jorge Enrique Tello Peón; al licenciado Alejandro Alegre y al licenciado Eduardo Medina Mora con la llegada de Vicente Fox a los Pinos, para ser después designado titular de la PGR, Embajador en el Reino Unido y en Washington, y hoy forma parte de la élite de Ministros de la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación.