La reflexión que muchos mexicanos se hacen, sobre todo, en estos días (de guardar), que también son días apropiados para guardarse; ya que los demonios andan sueltos y los delincuentes están «a la caza» de los incautos o de las personas que llevan una conducta recatada, muchos de los cuales han resultado víctimas, sin deberla ni temerla, puesto que solo aspiran a gozar de buena salud y disponer de los recursos económicos de un trabajo honesto, que les permita vivir en «la justa medianía» a la que se refirió en su momento, el benemérito de las Américas, licenciado Benito Juárez García, por desgracia estas personas son las más agraviadas en esta ola delincuencial, por la comisión de ilícitos, que de acuerdo a las declaraciones de los Ministros evangélicos, en el periodo comprendido del primero de diciembre al treinta y uno de marzo, alcanzan ya la cifra de quinientas veintiséis personas ejecutadas, que arrojan un promedio mensual de ciento treinta y un cadáveres diseminados a lo largo y ancho del estado de Veracruz, sin que las fuerzas de seguridad pública puedan detener la ola criminal, que como nunca, se ha enseñoreado en la entidad jarocha.
Los riesgos que se corren tanto en lugares públicos como privados, están convirtiendo a la población, en un conglomerado social invadido por el miedo, por la desconfianza y por el temor a ser la próxima víctima, muchas veces por la mera casualidad, de estar en un lugar y hora equivocados, pues «la mala suerte» ha hecho que a personas inocentes les toque recibir una agresión con arma blanca o un balazo que los pueda privar de la vida, por la simple casualidad, puesto que no andaban buscando pleitos y menos provocando algún delito, que culminara en hechos de sangre. Y ni para reclamarle a las corporaciones policiacas, puesto que es imposible evitar «lo imprevisible»; ante la tolerancia oficial que existe en todo México, para adquirir, poseer y portar armas de cualquier calibre. No hay que olvidar aquel famoso programa «rápido y furioso», que sirvió para que los fabricantes de armas de los Estados Unidos de Norteamérica, las introdujeran en grandes cantidades a nuestro país; acompañadas de toneladas de municiones, suficientes para armar un ejército, armas que en su mayoría fueron adquiridas por las bandas de narcotraficantes, pistoleros y sicarios, causantes de la inseguridad y del incremento en la estadística criminal.
La esperanza de vida de los mexicanos, tiene que entenderse en dos vertientes; por un lado la población que vive en estado de pobreza y que de acuerdo con las cifras del INEGI, suma un total de sesenta millones de personas; y por otro lado, la población identificada como «de clase media» y «media alta», constituida por los otros sesenta millones de habitantes, que radican en México y en el extranjero, que poseen ingresos suficientes para atender sus necesidades, que incluyen privilegios, tales como el cuidado de la salud en clínicas y hospitales de países del primer mundo; viajes de placer y residencias fastuosas, con varios vehículos y servidumbre para la atención de los acaparadores de la riqueza. La esperanza de vida, de acuerdo a las tazas de mortalidad, para los sesenta millones de mexicanos pobres, es de cuarenta años; lo que no significa que aquellos que viven en estado de pobreza tengan que morir al cumplir cuatro décadas, pues algunos vivirán hasta cincuenta años y excepcionalmente algunos años más; pero otros no alcanzarán a cumplir treinta años de vida, y muchos más, apenas habrán de rebasar dos décadas a partir de su nacimiento o veinte años de edad; y quien lo dude, que consulte las estadísticas de las dependencias encargadas de la policia y la seguridad pública; así como los registros de los muertos y desaparecidos, sucedidos en las entidades federativas, de los que tuvieron conocimiento las fiscalías estatales, la PGR y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; y entonces podremos confirmar que la esperanza de vida de la mitad de los mexicanos, alcanza apenas un promedio de cuarenta años.
La otra vertiente, es la que cubre a los sesenta millones de mexicanos, que concentran la riqueza y que han sido clasificados como integrantes de la clase media alta y de los privilegiados, dueños del gran capital, cuyo nivel de vida conlleva privilegios alimenticios, de atención a la salud, de entretenimiento y diversión, de confort con una residencia bien equipada, con vehículos a su disposición; y con todo lo que representa los placeres a que aspiran los ricos de todo el mundo. La esperanza de vida para este sector de la población en México, se sitúa entre los ochenta y noventa años de edad. No hay que pasar por alto, que los ricos, además de bien alimentados, tienen un desarrollo con calidad, que incluye la educación, la atención medica y la higiene; pero además, son menos los ricos que tienen una muerte violenta, en comparación con aquellos que viven en estado de pobreza, donde los riesgos de perder la vida, son latentes; de tal forma , que pareciera que la muerte persigue a las personas, porque cualquier accidente fatal, cualquier riña, o cualquier acto violento, puede ocasionar la muerte de un ciudadano pobre, más que la muerte de una persona rica, que siempre está cuidada y protegida por elementos de su seguridad personal.
La esperanza de vida en el mundo, hasta el año pasado, se promediaba en setenta años; en Africa del Sur en cincuenta y nueve años; en América Latina y el Caribe en setenta y cinco años; en América del Norte en setenta y nueve años; en Asia Meridional (países pobres) sesenta y ocho años; en Asia Oriental y el Pacífico ( China, Japón, Corea) setenta y cinco años; el mundo Arabe setenta y un años; Europa Central y del Báltico (Rusia, Yugoslavia, Eslovaquia) setenta y siete años; Europa y Asia Central ( Inglaterra, Francia, Italia, España, Portugal, Grecia) setenta y siete años; Oriente Medio y Norte de Africa (Irán, Irak, Kuwait, Siria) setenta y tres años; la Unión Europea ochenta y un años; Alemania ochenta y un años; Arabia Saudita setenta y cuatro años; Argentina setenta y seis años; Australia ochenta y dos años; Austria ochenta y un años; Bélgica ochenta y un años; Canadá ochenta y dos años; Chile ochenta y un años.
Existe un sector privilegiado, constituido por los ex presidentes de la República Mexicana, sus esposas; los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Militares y Marinos de alto rango; ex directores de Organismos Públicos Descentralizados ( PEMEX, CFE, Gobernador del Banco de México) por solo citar a los más notables personajes, quienes habiendo dejado la función pública, por disposición legal, mantienen privilegios, a través del cobro de pensiones, gastos médicos y ayudantía, que les permite cuidar de su alimentación, atención a la salud, vacaciones, esparcimiento y diversión, y resguardo y protección personal; lo que conlleva para estos privilegiados de la vida, una esperanza de vida, con el mayor número de años cumplidos por los ricos de México. Para muestra basta un botón, el ex presidente Luis Echeverría Álvarez, nacido en el año de 1922, con noventa y cinco años de edad, juzgado por la historia de México, (por el holocausto del 68), quien lleva una vida sana, llena de atenciones y privilegios que le permite sufragar su pensión vitalicia, que percibe como ex presidente de la república mexicana. (1970-1976). Basta imaginarse a cualquier ciudadano que perciba cincuenta y un millones de pesos anuales, para entender que no sólo los ex presidentes de la República, sino cualquier mortal mejoraría notablemente su «Esperanza de Vida».





