El que sigue dando de qué hablar es el delegado de la Secretaría de Gobernación en Veracruz, Ángel Isaac Ochoa Pérez. Y no para bien.
Nos dicen que el funcionario está más ocupado en la grilla electorera que en hacer su chamba, al grado de que está presionando fuertemente para “colar” a su esposa, Ady Rangel –con quien muy seguido se da la gran vida en paseos por Nueva York y las islas griegas, como lo documentamos aquí mismo la semana pasada-, en un buen lugar en la planilla de regidores del candidato del PRI a la alcaldía de Xalapa, Alejandro Montano.
Además, es conocida la actitud prepotente y soez con que trata a los demás delegados federales en Veracruz, y de la cual dio muestra el viernes pasado, durante la visita del presidente Enrique Peña Nieto a Antón Lizardo.
Cuando los delegados se juntaron para la selfie que se tomaron con el mandatario, Ochoa Pérez gritó “pinches delegados, no van a las reuniones de trabajo pero aquí están luego luego para la foto”, lo que causó molestia y pena ajena.
Y así, de pena ajena este señor, al que deberían investigar. ¿O de dónde sale para tanto viaje?