El penal de Playa del Carmen se convulsionó ayer por segundo día consecutivo. El panorama es desolador: un muerto y una veintena de heridos; riñas continuas entre internos que, desde cárteles de la droga antagónicos, se disputan el control; allanamientos de las fuerzas federales a la oficina de la directora del centro, en donde se encontró droga y cigarros (éstos hacen las veces de moneda corriente entre los reos) y finalmente versiones de que la directora Emma Luisa Robles Huizar es quien introdujo armas en cajas de pizza para proporcionárselas al cabecilla de uno de los grupos, Alejandro Chacón Mantilla, un ex agente judicial recluido desde marzo.
Un interno, entrevistado vía telefónica por Crónica, aceptó hablar a cambio del anonimato. Aseguró que Chacón Mantilla disputa el control de la cárcel al recluso Oswaldo Alan Trejo Peña (ex jefe de plaza del Cártel del Golfo).
El interno atestiguó que ex el agente Chacón, ingresado por robo de vehículo, ha indicado a los demás reos que tiene “la instrucción de que el penal de Playa del Carmen quede en manos de Los Zetas y el Cártel de Jalisco Nueva Generación”.
El informante, preocupado por su integridad física, narró que Robles Huizar llegó la tarde del 26 de abril con cerca de 15 cajas de pizza y personalmente entregó tres a Chacón Mantilla y a su grupo que se encuentran en las áeas denominads Fase Uno, Fase Tres y Segregados.
La tarde noche del jueves, detalló, Chacón Mantilla e internos de la Fase Uno ingresaron a las zonas de la Fase Dos y Fase Cuatro, donde están internos del grupo de Trejo Peña, con armas de fuego y “empezaron a disparar a diestra y siniestra contra todos nosotros”.
Aseguró que los custodios dejaron abierto el portón que da ingreso a la Fase Dos para facilitar el acceso de Chacón Mantilla y su gente. “Nos tuvieron siempre encerrados en las celdas y los custodios dejaron sin candado el portón que da acceso a la Fase Dos para facilitar la entrada a Chacón y a su hermano y sobrinos desde las 5 de la tarde aproximadamente”, indicó.
Denunció además que las armas están escondidas en uno de los gallineros a cargo de los internos de la Fase Uno y Tres, que están a lado de una capilla de la Santa Muerte.
Hasta el momento, dijo, ninguna autoridad se ha presentado para revisar lo que pasó, “no ha venido balística ni nadie y temo por mi vida y que vaya a pasar algo”.
Añadió que “hay entrada de alcohol y de levadura para hacer tepache, bebida que es vendida a los internos que no pueden pagar una botella de alcohol que venden entre dos y cuatro mil pesos; el six de cerveza lo dan a 900 pesos”.





