CAMPAÑAS POLÍTICAS SILENCIOSAS.

En tanto los apoyos económicos fluyen para unos candidatos; sin importar los límites o topes de campaña impuestos por la autoridad electoral; la confianza en los equipos de campaña se fortalece, puesto que algunos de sus integrantes aseguran que la elección se gana más fácilmente con la disposición ilimitada de los apoyos económicos, que con la capacidad, organización y eficiencia con que se conduce el candidato para transmitir a los electores su propuesta y compromiso gubernamental.
Sin embargo, en los candidatos que no disponen de la cantidad de recursos suficientes para la promoción del voto, la desesperación comienza a vencerlos y con facilidad, recurrirán a la guerra sucia, para producir desgaste en los adversarios, aunque no necesariamente con ello se logre impulsar la propia candidatura. Tampoco es victimizándose o generando compasión, dedicando el tiempo de campaña a las quejas y lamentaciones, pretendiendo el triunfo causando lastima en el elector como se gana una elección. Lo mejor es redoblar esfuerzos, modificar el discurso de campañas hacer todo lo que esté al alcance, para que no quede cargo de conciencia por haber podido hacer más de lo que se hizo.
La rapidez con que transcurre el periodo de campaña, debe aprovecharse con una estrategia adecuada, que tenga rumbo y dirección; que además esté sujeta a evaluación permanente para conocer si los electores han captado el mensaje y si los atributos del candidato y sus propuestas, son suficientes para amarrar el sufragio, aún de los indecisos, que fácilmente cambian de opinión, como aquellos que el día de la jornada electoral llegan a la casilla convencidos de votar por un candidato y en lo que marcan la boleta, deciden su voto por otra opción.
A escasos veinte días de que los veracruzanos decidan democráticamente en favor de sus próximas autoridades municipales, ha empezado a circular por diversos medios de comunicación que se utilizan (guardando el anonimato de quién los usa), la invitación para recurrir al “voto nulo”, que consiste en cruzar la boleta electoral sin definir el logotipo del partido o la alianza autorizada para apoyar a un determinado candidato; haciendo confusa la voluntad del elector y obligando a los integrantes de la Casilla Electoral, a cancelar la boleta y anular el voto. Esta estrategia hay que combatirla, porque en tiempos de crisis social, económica y política como las que vive México, resultan altamente perjudiciales para mantener la confianza ciudadana en la autoridad.
El optimista, considera que todavía hay tiempo para corregir errores y revertir lo malo que se ha hecho durante la campaña, incrementando lo bueno que pueda aportar todo el equipo en favor de su candidato. No olvidar que “un buen candidato”, que cuente con una buena estrategia de campaña, tendrá mayores posibilidades de triunfo, que aquél candidato flojo, apático, desidioso y creído, que merece la derrota, a pesar de que pueda disponer de una buena estrategia y un mejor equipo de campaña, puesto que jamás se ha visto que valga más una campaña sin candidato.
Y como las elecciones en un proceso democrático legítimo, se ganan por mayoría; no hay que esperar contar con el voto de todos los electores empadronados; pues basta en una auténtica democracia, la diferencia de un voto, para que el favorecido reciba la constancia de ganador. La legitimación del vencedor, se obtendrá mediante el reconocimiento hecho a su favor por los vencidos; puesto que solo los necios y resentidos sociales, se negarán a reconocer su derrota.