En la cuesta abajo de su sexenio, y una treintena de periodistas asesinados después, el presidente Enrique Peña Nieto se acordó que es su obligación garantizar el ejercicio libre del periodismo en México.
Al encabezar una mesa de trabajo sobre violencia contra periodistas, en la que paradójicamente no había uno solo, Peña Nieto anunció medidas para “proteger” a los comunicadores mexicanos, nuevamente cimbrados por la muerte tras el asesinato de Javier Valdez en Culiacán, Sinaloa.
Sólo que esta vez los reclamos no se hicieron esperar. Mientras Peña Nieto daba a conocer medidas que debió poner en marcha hace por los menos cuatro años, los gritos de “justicia”, “ya no más discursos”, “investiguen”, retumbaron en la sala de Los Pinos, desde el “corral” donde habitualmente se relegan las coberturas periodísticas en la residencia oficial.
El trato a los medios resume lo que ha sido el sexenio en materia de libertad de prensa.