DEBE HABER EQUIVALENCIA EN LOS GOBIERNOS FEDERAL, ESTATAL Y MUNICIPAL.

La importancia del proceso electoral para la renovación de las autoridades municipales el próximo domingo; podría resultar más importante de lo que representa la elección de los gobernadores y en 2018, la elección para presidente de la República. Esa importancia radica fundamentalmente, en la cercanía de la autoridad municipal con el pueblo; misma que no se da con los titulares del Poder Ejecutivo de los Estados; y mucho menos con el primer mandatario de la nación.
Para cualquier estudiante de Derecho Constitucional, resulta clara la conformación de las estructuras gubernamentales; puesto que existe un reconocimiento generalizado de los estudiosos del constitucionalismo, para afirmar que los elementos del Estado se reducen a tres, a saber: Población, conjunto de personas avecindadas dentro del territorio estatal; Territorio, superficie que delimita la colindancia limítrofe de cada municipalidad; sirviendo de base para la división territorial y administrativa de cada entidad federativa; Poder Público, que dimana del ejercicio del poder soberano del pueblo, autolimitando una parte de su libertad para constituir el principio de autoridad en la que se deposita la fuerza, la coerción que permite la subordinación de los miembros de una comunidad a sus autoridades.
Algunos especialistas del constitucionalismo, agregan dos elementos más, representados por los Poderes Instituidos, y los Factores Reales del Poder. Los Poderes Instituidos están representados por la principal estructura del estado, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Y los Factores Reales del Poder, representados por quienes resguardan la soberanía, el orden público y la vigencia del estado de derecho; con inclusión de los dueños del capital, de la prensa y medios de comunicación, iglesias y partidos y asociaciones políticas, sindicatos y toda agrupación social y legalmente reconocida.
Para la elección de un ayuntamiento, se requiere que dentro de un proceso electoral, se cumpla con la participación de candidatos, quienes ajustándose a los requisitos establecidos, se sometan al escrutinio popular y obtengan la mayoría de votos para representar a los electores, quienes a su vez, mostrando su credencial de elector, votarán de manera libre y secreta. Esos mismos pasos se dan para elegir un Gobernador y para elegir al propio Presidente de la República.
Luego entonces “donde la ley no distingue, quien la interpreta y aplica, tampoco puede distinguir”; y es por ello que para el elector resultará más importante su interrelación personal, vecinal, permanente, con la máxima autoridad municipal; que con el gobernador de su estado o el presidente de la república, con todo respeto para esas dos ultimas autoridades, a las que el pueblo nunca tiene acceso o manera de comunicarse
Lo que algún día tendrá que cambiar; y esperamos que sea más pronto que tarde o que nunca, es la injusta distribución del dinero público entre los tres ordenes de gobierno. El Federalismo fiscal, está convertido en un verdadero Centralismo; debido a que los principales ingresos del Estado, se le quedan en un ochenta por ciento al gobierno federal; un dieciséis por ciento a los gobiernos de los Estados y solo un cuatro por ciento a los gobiernos municipales de las dos mil cuatrocientas cuarenta y seis municipalidades del país, cuyo presupuesto siempre resulta insuficiente para la construcción de obras públicas y servicios básicos o contingencias que suceden, como la generada por las fuertes lluvias que cayeron el día de ayer; sin que se cuente para disposición inmediata, con la suficiencia de recursos para reparar los daños y resarcir a los damnificados.