SAL Y VOTA. NO DEJES QUE OTROS DECIDAN POR TI

De entre los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano mexicano en particular, el de participar en elecciones democráticas con voto activo o pasivo, resulta de vital importancia para la construcción y fortalecimiento del Estado de Derecho. Votar y ser votado para cargos de elección popular cumpliendo con los requisitos establecidos en la ley de la materia, resulta una potestad ciudadana de privilegio, que ha permitido en nuestro país, sobrepasar el bicentenario del inicio del movimiento armado que se inició en 1810, como respuesta a la convocatoria del cura Miguel Hidalgo y Costilla y demás próceres que la historia registra identificándolos como “precursores de la Independencia de México”.
En 1821, se consolida la Independencia de México y se desvincula del dominio que por tres siglos mantuvo la monarquía española sobre estas tierras americanas que incluyen a todo México. El acta de independencia fue suscrita por el último virrey de México don Juan O’Donojú y el Jefe del ejército trigarante, don Guadalupe Victoria; acta firmada y rubricada en la Heroica Ciudad de Córdoba Veracruz; lugar de donde partió Guadalupe Victoria al frente del ejército de las Tres Garantías, hacia la Ciudad de México, para tomar posesión del mando político y convocar a la formación de la república, democrática y federal; compuesta de las provincias que hoy forman las entidades federativas.
A partir de la consolidación de la Independencia, se construyen los acuerdos para convocar a un Congreso Constituyente, depositario de la soberanía del pueblo de México, que le da a la nación la primera Constitución Política Mexicana, formal y vigente, promulgada en 1824 y que resume en su contenido los intentos constitucionalistas de José María Morelos y Pavón ( Sentimientos de la Nación o 23 puntos dados por Morelos para la Constitución; Proyecto de Constitución de Apatzingán aprobada por el Congreso de Anáhuac, reunido en Apatzingán Michoacán en 1814.)
En ese embrión constitucional y en la Carta que contiene los Sentimientos de la Nación, se bosquejan por primera vez los derechos electorales del pueblo mexicano, como expresión de la soberanía popular y todo ese trayecto histórico y constitucional de la patria, ha servido para dar cause a la toma de decisiones por medio de las cuales, “a través del voto”, los individuos manifiestan el apoyo, simpatía o preferencia por un candidato que habrá de representarlo como depositario al fin de la voluntad del mandante (pueblo).
La oportunidad para que cada ciudadano se manifieste en las urnas expresando su respaldo mediante el voto “universal, libre, secreto y directo” en favor de quien haya ganado su simpatía o piense que le garantiza “congruencia” entre su forma de ser y de pensar para contribuir al desarrollo social y a la convivencia con tranquilidad y paz, está a la vista, sin más trámite que llevar la credencial de elector a la casilla de su adscripción, recibir la boleta impresa con los nombres de candidatos y partidos y cruzar donde aparezca el de su personal preferencia.
Olvidemos el voto nulo; el voto en blanco; cuidemos el voto correctamente emitido, que no se preste a la falsedad o a expresar con claridad su intención (por consiguiente cuidar el voto impugnado); y lo que tantas veces se ha mencionado, durante ésta campaña electoral, evitar consideraciones para mandar votos de castigo, puesto que ningún votante está autorizado para dictar “ningún castigo”. El voto no debe dejar lugar a dudas sobre su intención, para que cuente como lo quiere el votante; sin dejar posibilidad de interpretación que anule su intención.
Todo mundo a votar, que de los bien intencionados, será el triunfo democrático. Felicidades.