Para el economista Rafael Arias Hernández existe un «persistente alto grado de exclusión, falta de atención y rechazo de jóvenes veracruzanos, que no tienen la oportunidad de la educación superior».
En su artículo semanal indica que «casi el 92 % de la población de 18 a 22 años, según CONAPO, de poco más de 731 mil para 2016, no son atendidos por la Universidad Veracruzana, en su matrícula formal (8%). En cambio, las instituciones particulares atienden poco más del doble, 17 %.»
Asimismo, indica que «sobresale que la cobertura total, oficial y privada 2015-16, deja afuera al 67.5 % ciento de la población, esto es casi 500 mil, ya que solo se atienden 234, 509 jóvenes».
«El tema, sin duda, merece estudios, análisis y políticas serias y responsables, alejadas de la simulación y la manipulación triunfalista», expone.
Arias Hernández comenta que «por ahora, baste decir que 7 de cada 10 jóvenes en Veracruz, no tienen oportunidad de acceder a la educación superior».
«De entrada la situación al respecto tiende a empeorar, por el sistemático e intenso ataque a las bases del Estado de Bienestar y en particular a la salud y la educación públicas», afirma.
«Y también, por la preocupante pérdida de capacidad de respuesta de dependencias oficiales y organismos autónomos públicos, como las Universidades, cada vez más restringidas en presupuesto, subsidios y apoyos gubernamentales. Y también, por sus administraciones internas y propias, tanto desactualizadas y limitadas, como caras, obsoletas y atrapadas en mediocridad y conformismo», expone.
Rafael Arias dice que «el caso de Veracruz es más alarmante, por lainsuficiente atención, a la crisis económica estatal y a la de emergencia financiera de sugobierno, que han llevado a demasiadas dependencias, entre ellas a la Universidad Veracruzana, a padecer una de las peores crisis de su historia».
Asimismo, expone: «Entre otras, imparables surgen preguntas y cuestionamientos. ¿Por qué no se ha establecido unainnovadora política de fortalecimiento institucional y, en particular, financiera, pues ambas en general, siguen en más de lo mismo? ¿Dónde está la capacidad de crítica y autocrítica que tanto se difunde y pregona? ¿Por qué la cobertura de atención a los jóvenes, no aumenta en cantidad y calidad, a pesar de tantas oportunidades y ventajas de la situación actual?»
Finalmente, acota: «Sin duda, hay innumerables respuestas, que solo se conocerán y aplicaran si se trasciende de simulación y conformismo burocrático, a efectiva construcción y aplicación de políticas públicas actualizadas y viables. Lo que si es un hecho, es que si en educación superior, el problema de exclusión y rechazo de los jóvenes en Veracruz no se atiende, simplemente se forma y acumula un futuro de rechazados y excluidos».





