El cineasta argentino Juan Pablo Buscarini se enfrentó al reto de contar la vida de Simón Bolívar en el primer filme latinoamericano de animación que apuesta por la técnica de la captura de movimiento y que, dijo en una entrevista a Efe, tiene la intención de “desmarcarse del cine Hollywood”.
Pequeños héroes nació en 2009 con la intención de dar un paso de gigante para la animación latinoamericana y de contar la historia épica de Bolívar (1783-1830), que lideró la emancipación suramericana frente a España, a través de una técnica jamás utilizada en el cine infantil del continente.
Se trata de la captura de movimiento, un proceso que permite capturar los movimientos de los actores gracias a un traje especial compuesto de sensores que rastrean todas sus expresiones, dando vida a personajes digitales altamente realistas.
Tras cosechar un Goya por la producción argentino-española El Ratón Pérez, este director de seis largometrajes se enamoró inmediatamente de la ambición técnica del proyecto, rodado en 3D y que ayer se presentó fuera de competición en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, el más importante del mundo en su género.
Con tintes del género de aventuras, tres niños huérfanos —una mestiza, un esclavo y un hijo de herreros— descubren unos planos de importancia capital para la gesta de Bolívar y emprenden un viaje para encontrar y ayudar al militar venezolano a completar su lucha por la independencia de las Américas.
En opinión de Buscarini, el filme “se sale de los cánones” del cine infantil, dominado por los estudios norteamericanos.
“Desmarcarse del cine de Hollywood no es una pretensión, ni un esnobismo, sino una obligación. Querer imitar lo que hacen con menos presupuesto y quedarse en una copia a medio camino no sería sensato. Por eso estamos condenados a diferenciarnos.
“Latinoamérica tenía que empezar por hacer una película de animación así. Si queremos explicar una causa noble y potente para todo el continente suramericano, qué mejor que contar la vida y hazañas de Simón Bolívar”, sostuvo.
El Libertador, como se le conoce popularmente, genera además simpatías en toda América Latina, “un continente que el venezolano soñó unido como si fuera un único país”, recordó.
Sin embargo, ni el cineasta ni el guionista Enrique Cortés tuvieron en ningún momento la intención de filmar “una película patriótica”, y, por ello, la historia se centra en las peripecias de Arturo, Pilar y Tico, los tres niños huérfanos.
“Las películas con mensaje (nacionalista) no funcionan entre el público infantil”, reconoció el cineasta, que instó a ver esta producción “al estilo de un filme de Indiana Jones”.
Aceptó que es difícil al acercarse a una “figura épica” como la de Bolívar, del mismo modo que sería complicado abordar la vida de otras figuras de la historia universal como Napoleón o Alejandro Magno.
“Tanto bronce, tanta estatua, tanto mausoleo… Llega un momento en que dudas, ¿cómo vas a hacer que hable con un niño?”, reflexionó Buscarini, quien dejó claro que, pese al tono épico de algunos momentos, la película huye de la veneración nacionalista.
La emoción y la voz “firme pero cálida” del doblador de Bolívar, el actor Simón Pestana, fue clave para evitar que El Libertador “hablara en todo momento como si estuviese dando un discurso y conseguir, así, un personaje de carne y huesos que despertara cierto afecto entre los más pequeños”.