La soledad y la tristeza que acompañan al ex gobernador de Quintana Roo, según se pudo ver a través de los noticieros de televisión, ahora que fue detenido en Panamá, al haberse ejecutado la orden de aprehensión, con atención a la Interpol con efectivos policiacos en ciento noventa países; nos hace reflexionar sobre si ¿valdrá la pena unos cuantos momentos de gloria y dinero, a cambio de la persecución, detención y privación de la libertad (valor supremo del hombre)?, que convierte en “presidiable” a la persona sometida a prisión.
La difusión que ahora se da a la comisión de delitos graves, resulta ser casi siempre, la nota distintiva que permite a los medios de comunicación ganar clientela, despertando el morbo de los gobernados y de los enemigos personales de quién resulta agraviado; no existen límites al periodismo de nota roja; puesto que todo lo relacionado con conductas ilícitas de la clase gobernante, resulta ser el medio más eficaz para acabar con carreras políticas; sobre todo con las de políticos improvisados, que suben como la espuma de mar y caen sin consideración alguna, sin red de protección y con el grave escarnio de sus enemigos.
Y se ha llamado “institución del pasado” al Sistema Carcelario que en cada país, recibe a los políticos relacionados con el abuso autoritario del poder y la rapiña. Existe un grupo de políticos mexicanos, que están en ejercicio gubernamental y confiados en que no pisarán la cárcel, por los “amarres” de que disponen para lograr su anhelo. En cada caso y en su momento se sabrá, quienes más de los ex gobernantes de México, resultan víctimas del “Carcelazo”, que consiste en la transformación de la personalidad del preso; ante la experiencia traumática que representa para un Roberto Borge o un Javier Duarte de Ochoa, un repentino cambio de vida, que los lleva de la gloria al infierno.
Se sostiene unánimemente entre los expertos del derecho criminal, que la cotidianeidad de la cárcel “es brutal” y que a pesar de haberse implantado desde hace más de quinientos años, los encargados de aplicar sanciones a los transgresores del orden social (delincuentes confesos y probados), no han descubierto un mejor castigo para penalizar a los violadores de la ley, que su internamiento en establecimientos penitenciarios, desde los más sencillos, hasta los más complejos, conocidos como Centros Penitenciarios de “Alta Seguridad”, en los que el aislamiento y el entorno de la prisión, cuyas paredes grises, frías, oscuras, lúgubres, deprimen al más entusiasta y lo llevan a la depresión, a la rebeldía, a la ansiedad y a las alteraciones de sus cinco sentidos, generando graves consecuencias psicosociales con un trastorno de personalidad irreversible.
Solo por dar un ejemplo para imaginar el grave daño que la prisión carcelaria causa en la población interna de cualquier penal del mundo, hay que considerar que quien recupera la libertad después de permanecer en prisión durante un mínimo o largo periodo; es decir, un año de prisión preventiva o diez años o quince o veinte años de privación de la libertad mediante sentencia ejecutoria, sufre tales afectaciones en su salud (física, psicológica y socialmente) sin que pueda alcanzar la readaptación o la reinserción social, alguien que quedó atrapado en el tiempo (periodo de reclusión), con dificultad para elaborar un proyecto de futuro, que sale con graves resentimientos familiares, personales, institucionales y con un desprecio difícil de ocultar en contra de sus congéneres. Seguramente en la primera oportunidad que tenga el ex convicto, caerá en la reincidencia y sus actos delictivos, resultarán más graves y abominables, que aquellos que lo mantuvieron prisionero.
La compañera de cualquier interno que resulte condenado o absuelto, será siempre la ansiedad y su justificación, inaceptable, para volver a delinquir será la falta de afectos; la indiferencia y endurecimiento sentimental, que lo conducen a la inestabilidad para convivir con otros de su clase; con su misma familia cercana; o con cualquiera que sea miembro de la colectividad que ya lo marcó para sus eternas memorias.





