En todos los niveles de la política, aparecen y desaparecen personalidades que corresponden a los hombres que han tenido el ejercicio “del gran poder”. Y a su vez, unos reconocidos y elogiados, al lado de otros vituperados y defenestrados del cargo, permanecen en el ánimo y en el desánimo de la gente, que habla a su favor o en contra, según como “le haya ido en la feria”.
Tal es el caso con que los medios noticiosos dan cuenta de la aparición para la firma de un “convenio académico” de colaboración que suscribe el ex presidente de México Luis Echeverría Álvarez, sempiterno rector del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo. El convenio aludido tiene por objeto, promover la investigación humanística, científica y tecnológica para el desarrollo económico, social, cultural y político “con rostro humano”.
En el boletín que circuló el Centro de Estudios Económicos y Sociales, se dice que lleva el propósito de fomentar la justicia, la equidad y la paz. En el pasado reciente, otro ex presidente de México, Vicente Fox Quezada, copiando burdamente el modelo del CEEyS del TM, construyó en su rancho de San Cristóbal las Casas el Centro Fox, cuya finalidad es “contribuir a la formación de líderes con base en valores sociales para impulsar y promover la equidad”.
Tanto don Luis Echeverría, como don Vicente Fox, procuraron que sus “refugios intelectuales” fueran financiados en su construcción y operación, con recursos económicos del gobierno y ambos ex presidentes, ocupando los máximos cargos de sus respectivas administraciones y aún habiendo salido exageradamente millonarios, resalta en ellos el complejo atribuido al tlacuache Garizurieta, de que “ vivir fuera del presupuesto, siempre será, vivir en el error”,
Es por ello que en ambos ex presidentes, permanece latente la preocupación de que pudieran transferirse esos fondos a la Secretaría de Educación y darles un mejor provecho por el bien de los jóvenes que no han logrado ingresar a las universidades públicas y están catalogados como “ninis”. La longevidad del ex presidente Echeverría, sin duda ha sido el principal sostén y mantenimiento del Centro Cultural que pervive bajo su manto protector; de lo contrario ya habría desaparecido y liquidado, porque el gasto público educativo y de investigación, tiene otras prioridades y necesidades urgentes.
El objeto social de los dos centros, con fines similares de promoción cultural, formación académica y defensa de los derechos sociales, se orienta a luchar por la paz, el desarrollo y el cumplimiento del nuevo milenio, en contra de la pobreza, la incultura, la desigualdad y la segregación social.
Lo malo de la falta de resultados en estos proyectos que parecen pertenecer en propiedad a dos ex presidentes de México, (quienes cobran generosas pensiones y cuentan con un ejército de comisionados) es que resultan inmensamente costosos y no ofrecen resultados favorables a sus propósitos de creación; pues en vez de disminuir la pobreza, nada han hecho para combatirla o desaparecerla; y quien tenga duda, que consulte al INEGI y a la CONEVAL, para comprobar que más de sesenta millones de mexicanos viven en estado de pobreza, ante la pasividad, opacidad y falta de rendición de cuentas por parte de las fundaciones que administran estos Centros Culturales convertidos en elefantes blancos.
El día que el Secretario de Hacienda y Crédito Público cumpla verdaderamente con racionalizar el gasto público; de los puros ahorros y la aplicación austera de las partidas presupuestales, alcanzará para sacar de la extrema pobreza a la mitad del pueblo de México.
Como dato cultural, cabe mencionar, que la fundación “Vamos México” de la ex primera dama Marta Sahagún es la que se encarga de la administración, mantenimiento y cobro del subsidio que otorga el gobierno de México y miembros destacados de la iniciativa privada al famosísimo Centro Fox, sin más rendición de cuentas que las que recibe don Vicente Fox Quezada.





