Papás que dejaron huella en el cine

Con motivo de la celebración del Día del Padre, Crónica recuerda a los personajes paternos más importantes del séptimo arte, desde George Bailey, en el clásico ¡Qué bello es vivir! hasta Capitán fantástico.
“Un hombre que no pasa tiempo con su familia nunca será un verdadero hombre”, decía Don Vito Corleone, el personaje más emblemático de Marlon Brando, y que a pesar de que representaba a un mafioso, también se convirtió en uno de los máximos representantes del cine como figura paterna más allá del bien y el mal. Este 18 de junio se conmemora en México el Día del Padre, y es por eso que Crónica hace un listado de los personajes del cine más representativos de la paternidad.
Quizás el más longevo de los representantes es el personaje de George Bailey, en el clásico ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra. El actor James Stewart inmortalizó la figura paterna con el papel de hombre honrado y modesto que mantiene a flote un pequeño banco familiar hasta que en la celebración de Noche Buena desaparece una suma importante de dinero por lo que decide suicidarse hasta que ocurre algo extraordinario. La película nos habla de un padre entregado a su familia que vive distintas facetas emocionales, cuya mayor virtud es transmitir la honestidad.
Otro personaje importante de esa época es el de Antonio Ricci, interpretado por Lamberto Maggionari, en Ladrón de bicicletas. Hace de un obrero en paro que consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. De ese modo, a duras penas consigue comprarse una, pero en su primer día de trabajo se la roban. Es así como comienza toda la aventura de Antonio junto con su hijo Bruno por recuperar su bicicleta mientras su esposa María espera en casa junto con su otro hijo. Es una película que habla sobre la desesperación de un padre.
De regreso en Estados Unidos, pero ya en los años 50 se estrenó El padre de la novia, en la cual Spencer Tracy hace un papel extraordinario de Stanley Banks, en la cual se enfrenta a uno de los momentos más naturales y temidos de su vida: la boda de su hija. Su hija es encarnada por, nada más y nada menos, Elizabeth Taylor. Es una comedia en la cual no solo se habla de un cambio emocional sino también de que una boda sale muy caro. Décadas más tarde se hizo un remake de esta cinta, con Steve Martin, en el rol principal.
En los años 60, el papá más destacado es Atticus Finch, uno de los personajes icónicos del actor Gregory Peck, en Matar a un ruiseñor (1962). Se trata de una película sobre un abogado, que defiende a un hombre negro de haber violado a una mujer, sin embargo, al mismo tiempo, aprovecha cada oportunidad para educar a sus pequeños sobre la importancia de valores como el respeto, la igualdad y la justicia, pues se trata de un hombre convencido de que todos los hombres tienen los mismos derechos.
De los años 70, ya mencionamos en el comienzo de este texto a Vito Corleone, de Marlon Brando, quien más allá de estar en la mafia, siempre se preocupó por inculcar en sus hijos valores como el respeto, la familia y la lealtad, a tal grado que incluso esperaba que sus descendientes no siguieran sus pasos.
A finales de esa década llegó otro de los grandes filmes que tiene como pilar el tema de la paternidad. Kramer contra Kramer (1979), de Robert Benton. En este filme Ted Kramer (Dustin Hoffman), un ejecutivo de publicidad, es abandonado por su mujer (Meryl Streep), tiene que hacerse cargo por primera vez de su hijo: deberá conquistar el afecto del niño y hacer de padre y madre a la vez, sin descuidar su carrera profesional.
No obstante, no todos los personajes paternales son ejemplares. En 1980, hubo dos que figuraron por su maldad. Como olvidar a Jack Terrence, interpretado por Jack Nicholson, en El resplandor de Stanley Kubrick. Es el ejemplo de padre que nadie quisiera tener pues, cuando pierde la calma termina siendo un cazador de su propia familia. Hacha en mano, asomado por una puerta buscando matar a su hijo con el memorable: “¡Aquí está Johnny!”.
Otro papá antipático pero con la frase más famosa de todas es el mítico Darth Vader, de la cinta El imperio contraataca (1980). “Luke, yo soy tu padre”, dice la voz de James Earl Jones en la famosa confesión del personaje a su rival Luke Skywalker quien resulta ser su hijo biológico. A finales de la década también del cine de aventuras llega Henry Jones, papá de Indiana Jones en el filme La última cruzada (1989), quien se la pasa convencido de que tiene un papá ejemplar.
Un caso curioso de esa década es el de la cinta Tres hombres y un bebé (1987). Una comedia dirigida por Leonard Nimoy (sí, el actor de Sr. Spock), en torno a la historia de tres solterones que son obligados a hacerla de padres de un pequeño bebé que apareció de repente en la puerta de su casa.
La década de los 90 nos trajo a algunos de los mejores personajes de papás. El más representativo de todos es el de Robin Williams, como Daniel Hilard, mejor conocido como la señora Doubtfire, en Papá por siempre (1993). Este personaje se hace pasar por una ama de llaves para poder estar cerca de sus hijos, a quienes no puede ver por culpa de su ex mujer. Más adelante en su carrera Williams haría de otros padres de familia memorables como en Más allá de los sueños (1998) y El mejor papá del mundo (2009), este último no tan bueno porque se aprovecha de la muerte de su hijo para hacerse un escritor famoso.
De los años 90 también está Un papá genial (1999), en la que Adam Sandler la hace de un abogado al que no le gustan las responsabilidades, sin embargo decide adoptar Julian (aunque no tiene ni idea de cuidar a un niño). Contrario al terrible papá que hace Kevin Spacey en Belleza americana (1999), quien se encuentra en la crisis de los 40 con una familia totalmente fracturada.
En la cinta Mi vida (1993) también hay un personaje emblemático. Se trata de Bob Jones (Michael Keaton) quien deja uno de los más grandes testamentos de amor paternal con un video a su hijo que jamás verá crecer. Sin embargo, en Italia es en donde tenemos uno de los casos más emotivos con el simpático Guido de Roberto Begnini, en La vida es bella (1997), quien se encarga de mostrarle a su hijo una historia de fantasía en medio de la Guerra, aún y cuando son capturados por los nazis.
Con el nuevo milenio el tema de la paternidad tuvo una serie de propuestas que van de la tragedia a la desesperación. Por un lado tenemos al mejor personaje en la carrera de Sean Penn, que es el de la cinta Yo soy Sam (2001), una conmovedora cinta en la que Penn interpreta a un retrasado mental que luchará por conservar la custodia de su hija pequeña.
Más tarde tenemos el de Denzel Washington como John Quency en John Q: Situación extrema (2002), quien para salvar la vida de su hijo llega al extremo de secuestrar un hospital para que operen a su hijo. Un año más tarde Tim Burton dio una lección de vida entre la difícil relación de padre-hijo con la película El gran pez (2003): William Bloom (Billy Crudup) no tiene muy buena relación con su padre (Albert Finney), pero tras enterarse de que padece una enfermedad terminal, regresa a su hogar para estar a su lado en sus últimos momentos.
También en el nuevo milenio llegó el personaje más importante en la carrera de Will Smith con su rol de Chris Gardner en la cinta En busca de la felicidad (2006), que habla sobre un hombre abandonado por su mujer, que se queda en la calle con su hijo. La fuerza de voluntad y el amor hacia su hijo ayudarán a este papá a superar los obstáculos que se le presentan para hallar la lejana felicidad.
Finalmente también tenemos a otro papá protector como lo es Bryan Mills, en Búsqueda implacable (2008). Interpretado por Liam Neeson se trata de un papá que viaja a otro país para enfrentar a unos matones contra toda adversidad, para salvar a su hija de ser prostituida.
En los casos más recientes tenemos a Viggo Mortensen como el protagonista de la maravillosa cinta Capitán fantástico (2016). En este filme se narra la odisea de Ben (Viggo Mortensen) por criar a sus seis hijos bajo una educación estricta tanto física como psicológicamente pero sin tener contacto con la sociedad. Sin embargo, tras la muerte de su esposa Ben tendrá que abandonar su paraíso personal, entrando a un nuevo mundo que le propondrá un cambio de ideas y le hará cuestionarse el verdadero significado de la paternidad.
Además está la cinta japonesa De tal padre, tal hijo (2013), de Hirokazu Koreeda que nos cuenta la historia de Ryota Nonomiya (Masaharu Fukuyama), un exitoso hombre de negocios movido por su imparable ambición. Cuando se entera de que su hijo biológico fue cambiado por otro en el nacimiento, Nonomiya debe tomar una decisión que le cambiará la vida y elegir a su verdadero hijo o al niño que crió durante seis años como propio.
Cine animado. Hay que señalar que también el cine animado, a partir de los años 90, nos ha dado personajes que representan figuras paternales muy destacadas. Tal es el caso de El Rey León (1994), en la que el personaje de Mufasa muere para salvar a su hijo de una trampa de su malvado hermano Scarr. En la segunda parte de esta historia es Simba el encargado de reemplazar al rey, y al mismo tiempo busca transmitir sus valores a su hija.
También está el caso de Marlin, en la cinta Buscando a Nemo (2003). El papá del pececito más famoso de Disney, que no duda en recorrer todo el océano enfrentándose a tiburones, medusas y demás criaturas marinas para encontrar a su hijo Nemo; mientras que Bob Parr en Los Increíbles (2004) también da vida a un papá de una familia con súper poderes en una película que reflexiona sobre los defectos y virtudes de un papá.
Otras cintas animadas con padres emblemáticos son El fantástico señor Zorro (2009), de Wes Anderson, y el Homero Simpson que dio salto de la televisión a la pantalla grande.
Cine mexicano. El cine mexicano también tiene sus representantes memorables. Uno de los actores con más personajes paternales en la historia es Fernando Soler. El más destacado de ellos es el de Cruz Treviño en La oveja negra (1949), en la que da vida a un implacable padre, un borracho incurable, que hace sufrir mucho a su esposa Vivianita (Dalia Iñiguez) y a su hijo Silvano Treviño (Pedro Infante), con sus constantes faltas a la casa, amoríos y escándalos.
Por otro lado también tenemos a Joaquín Pardavé en Los hijos de Don Venancio (1944), una comedia en la que da vida a un comerciante viudo con cinco hijos a su cargo y quienes le dan severos problemas con su comportamiento. También Pedro Infante en distintas ocasiones pero sobre todo representando al papá de valores en Nosotros los pobres (1947) y Ustedes los ricos (1948), al dar vida al humilde carpintero Pepe “El Toro”, quien vive las alegrías y sinsabores de la pobreza junto a su hija Chachita, su madre paralítica y su novia Celia “La Chorreada”. Ayudados por un pintoresco grupo de vecinos y amigos, Pepe y su familia librarán una ardua batalla contra la injusticia cuando él es acusado de un asesinato que no cometió.
Otras cintas mexicanas sobre la paternidad son El violín (2006), cinta en blanco y negro de Francisco Vargas que aborda la historia de un músico campesino que junto a su hijo forma parte de un movimiento guerrillero que lucha contra el gobierno opresor. Después de Lucía (2012), aborda el tema del bullying que vive una chica que recién llegó a la capital de México, su padre sale a su defensa y cobra venganza por todo el acoso de una forma inimaginable.
El castillo de la pureza (1972), de Arturo Ripstein, es un claro ejemplo del padre sicótico que ve a la sociedad como una amenaza para su familia por lo que decide tenerla cautiva en su propia casa. Nos vemos papá (2011), de Lucía Carreras, habla sobre una mujer llamada Pilar que recrea en su imaginación la figura de su padre después de haber muerto.
Finalmente también está el caso de No se aceptan devoluciones (2013), de Eugenio Derbez, la cinta más taquillera de la historia de México en la cual Valentín, un tipo mujeriego, soltero y egoísta, que tiene que hacerse cargo de una hija a la que no conocía, fruto de una aventura ocasional. Decidido a devolverle la niña a su madre, emprende un viaje con ella a Los Ángeles, pero la convivencia con la niña acaba transformándolo en lo más íntimo.