Un nuevo alud registrado en una comunidad indígena del noroeste de Guatemala por las copiosas lluvias dejó ayer un saldo de 11 muertos y 9 heridos y recordó al país su alta vulnerabilidad.
Las toneladas de tierra, piedras y árboles que se desprendieron de uno de los puntos más altos de la Sierra de los Cuchumatanes, en el departamento de Huehuetenango, fronterizo con México, sorprendió a un microbús de pasajeros que pasaba a la hora del deslizamiento por el lugar.
Según el secretario de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), Sergio Cabañas, siete adultos y tres niños que iban como pasajeros murieron soterrados y otras nueves personas fueron trasladas heridas a un centro de salud.
El alud también destruyó cinco viviendas, de una de las cuales se rescató a otro adulto fallecido.
“Gran deslizamiento”. El “gran deslizamiento”, como lo denominó Cabañas, fue ocasionado por la humedad del terreno montañoso debido a las copiosas lluvias de los últimos días en Guatemala.
Cada año, la época lluviosa recuerda la alta vulnerabilidad a los efectos del cambio climático de Guatemala, que tiene unos 800 asentamientos humanos y más de 5 mil puntos de riesgo a inundaciones y deslizamientos, entre otros.
El 6 se septiembre del año pasado, 10 personas murieron por un deslizamiento causado por las lluvia. Pero una de las peores tragedias que se recuerdan es la ocurrida el 1 de octubre de 2015, cuando un fuerte alud en la periferia de la capital cayó sobre decenas de viviendas dejando a su paso 280 muertos y 70 desaparecidos y hoy, 20 meses después, los supervivientes aún no reciben las casas ofrecidas por las autoridades.