Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil leyó en su periódico El Universal que expertos en grafología y psicología han delineado (gran verbo) la personalidad de Javidú mediante el estudio de la firma y algunos dibujos del ex gobernador de Veracruz. El texto de Naldy Rodríguez explica que Duarte tomaba antidepresivos y Tafil. La doctora María Sobeida Blázquez explica que el alprazolam puede generar adicción y causar efectos físicos preocupantes, como somnolencia y respuestas neurológicas lentas: “el alprazolam se les receta a aquellas personas que tienen problemas de trastorno del sueño y ayuda en casos de ansiedad”. Lectora, lector: cuando lean esta página del directorio y perciban por una sintaxis retardada y unas ideas desordenadas, algo incomprensibles, ya saben la causa: Tafil. No se lo vayan a decir a nadie, pero Gil sí le mete al alprazolam. Ahora mal sin bien: el consumo de ese medicamento controlado no debería ser razón suficiente para desviar miles de millones de pesos, comprarse muchos departamentos en distintos lugares del mundo con dinero robado al erario. Hay causas eficientes y causas ineficientes, la de Gil pertenece a las segundas. Ahora mal sin bien: si Gilga hubiera desviado esas cantidades de dinero, habría bebido frascos completos de Rivotril, que por cierto dicen que también venden los narcomenudistas de la UNAM. Qué nervios, como tener un león africano suelto en la sala de la casa. Psicólogos… Salvador Díaz Reyna, experto en grafología, ha realizado un trazo certero del perfil psíquico de Javidú basado en los dibujos que el entonces gobernador hacía mientras sostenía importantes reuniones de gabinete. Líneas geométricas y simétricas remarcadas una y otra vez. Gil vio estos dibujos y no supo qué pensar, si se trataba de los trazos de un adolescente o de un niño, pero nunca de un gobernador. Estos dibujos, afirma el grafólogo, representan un alto nivel de estrés, agresividad y mal carácter en el individuo que realiza esos trazos, además de una personalidad obsesivo compulsiva. Gamés recordó aquel texto de Ibargüengoitia en el cual alguien lee las líneas de la mano de otra persona y le dice: esta larga línea de tu palma nos habla de que te vistes muy mal. El grafólogo no explicó si estas características se agudizan por la abstención de los chilaquiles rojos con pollo, el huarache de carne, las coyotas, el dulce de leche. Dicen que los ataques de cólera eran terribles si no le daban a tiempo la comida que exigía. Esto lo han estudiado los psicólogos y le llaman “angustia del chilaquil” o bien “terror de la separación del chilaquil”, una enfermedad que desemboca casi siempre en la ira y las malas ideas. ¿Ah, no me dan mis chilaquiles, ni siquiera unos sopecitos? Entonces hoy desviaré 3 mil millones de pesos para que se les quite. Con Javidú no se juega ni a las manitas calientes. La firma…. La firma del ex gobernador de Veracruz, dicen los grafólogos, “muestra a un hombre resentido, que quería dejar atrás el pasado, pero que mantenía presente la figura paterna”. Ah, sí señor, como lo oyen. Gil confiesa que muchas veces ha querido dejar atrás el futuro, pero no es tarea fácil. “Él tenía aspectos hacia el área negativa de la firma y nos habla de una persona que cuida poco el dinero y es hedonista, le gusta la satisfacción plena y personal”. Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló: qué raro que no cuidara el dinero, solamente desvió más de 50 mil millones de pesos. Por lo demás, Gilga también busca la satisfacción plena y personal, aunque conoce a quien busca la satisfacción vacía e impersonal. En fon. Gamés revisó su firma plasmada (ah, el verbo de verbos: plasmar) en un papel y luego la estudió: ¿saben qué descubrió? Los rasgos de un hombre resentido que quiere dejar atrás el pasado aunque mantiene presente la figura paterna. O sea: muchos hombres son muy parecidos a Javidú o Javidú los representa. No somos nada, la firma de Gil revela de forma escandalosa que pretende satisfacciones personales. Un grito desgarrador hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: ay, mis hijos, egoístas, por sus firmas los conoceréis. (Fuente: Milenio, “Uno hasta el fondo”; Gil Gamés, 04/JULIO/2017).