JUSTICIA POLÍTICA; QUE NO SE VE, PERO SE SIENTE.

En la competencia por alcanzar la candidatura a la presidencia de la República, cada partido político fija sus reglas; incluyendo el paquete de negociación con los representantes de los factores reales del poder; de donde proviene el manejo de la economía con el aseguramiento de los intereses de inversionistas, cámaras empresariales, banqueros; los estímulos y recompensas para los altos mandos de la fuerzas policiales, militares, navales y aéreas; el reforzamiento, modernización y renovación de contratos para la construcción y difusión de la imagen política de los candidatos, coptando consorcios televisivos y dueños de cadenas periodísticas y redes sociales; las donaciones en favor de las iglesias y de los partidos políticos, para consolidar sus haberes patrimoniales con antelación al proceso electoral de 2018.

La finalidad que se persigue por quien tiene en sus manos el fiel de la balanza, es hacerse amar y respetar por todos aquellos que van a incidir en la selección final del próximo inquilino de los Pinos. Algunos muestran desde ahora la fuerza política que mueven para llevar al triunfo al candidato o candidata que represente sus intereses, por encima del interés de la población, cuya voluntad política está sujeta a los resultados de los acuerdos cupulares. Otros ejercen presión, amenazando desde ahora, con rompimientos, divisiones o alianzas que harían peligrar a las aparentes mayorías, cambiando el escenario de la carrera presidencial.

El que Manda, reza el viejo refrán, ¡Manda! y si se equivoca?; vuelve a Mandar…
Con la salvedad, de que en política, el que se equivoca en la gran decisión, se va a la banca (por lo menos por el siguiente periodo de gobierno), aunque la mayor parte de las veces la salida del equivocado resulta definitiva y para siempre; es decir se convierte, en ¡Muerte Política!.

En la antigüedad, antes del surgimiento de los Estados Modernos; el monarca absoluto era el Rey y solo él, con su soberana voluntad y actuando como lugarteniente de Dios, imponía su decisión, que resultaba imposible de equivocación. De tal forma, que la influencia de los personajes cercanos al Rey, era tan grande como la voluntad que el propio monarca decidiera. No en vano, la vieja expresión “Palabra de Rey”, significaba lo que ahora en los tribunales se conoce como “Cosa Juzgada”.

En su obra escrita en 1513, Maquiavelo plantea a los Príncipes, la disyuntiva en el ejercicio del poder, para hacerse “amar o temer”. Haciendo notar, que para asegurar el amor de alguien, se necesita disponer de dinero; y cuánto más amor se desee, más dinero hay que poseer; resultando al final, que ni todo el oro del mundo alcanzaría, para mantener “un amor para siempre” y sin limitaciones. Por lo que el autor de el Príncipe, propone la otra opción que consiste en “hacerse temer”; a tal grado, que el temor adquirido obligue a la “obediencia y sumisión” en forma perenne.

En los próximos meses, el gran Tlatoani de los Pinos, con el Fiel de la Balanza en sus manos y en carácter de “Lider Maximo del PRI”, decidirá por sus correligionarios, quién será el próximo candidato presidencial tricolor en 2018; y teniendo todos los elementos para tomar la gran decisión; pero además, contando con la disponibilidad de todo el dinero (para hacerse amar) y toda la fuerza (de los ejércitos bajo su mando), (para hacerse temer), nos atrevemos a pensar que resultaría imposible una equivocación. Y por consiguiente aquel que cuente con la bendición de los Pinos, será el sucesor indiscutible y absoluto del Jefe de las instituciones nacionales, para el periodo 2018-2024.

Para aquellos que todavía lo dudan; después del encarcelamiento de los ex gobernadores del PRI, quedarán convencidos de que el presidente de la república cumple su obligación de ser un gobernante justo, imponiendo castigos a quien se lo merezca y entregando la recompensa a quien se la ha ganado.