La caída definitiva de la reforma sanitaria que impulsó el presidente de EU, Donald Trump, se confirmó ayer, cuando el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, anunció que abandona sus esfuerzos ante la imposibilidad de sumar una mayoría para aprobar la ley.
La incapacidad de los senadores republicanos para encontrar un consenso alrededor de esta cuestión supone el mayor fracaso legislativo del presidente en los casi seis meses que lleva al frente de la Casa Blanca, ya que tumbar el sistema sanitario de Obama fue una de sus grandes promesas de campaña.
La aceptación de la realidad llegó luego de que, en la noche del lunes, dos senadores republicanos más anunciaran que no apoyarían Trumpcare en su último texto propuesto, lo que llevó a los conservadores a quedarse en minoría, con sólo 48 de 100 senadores favorables a la reforma.
Sin embargo, McConnell indicó ayer que piensa someter a voto un proyecto que sí logró el consentimiento de la Cámara alta en 2015, y que fue vetado entonces por Obama, con el objetivo de derogar la ley sanitaria y darse un plazo de dos años para lograr un nuevo proyecto alternativo.
Esta propuesta tendría, según la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO), no partidista, efectos aún más devastadores que los proyectos de ley debatidos: en sólo un año dejaría sin seguro médico a 18 millones de personas.
Trump apostó la noche del lunes por este camino, tras asegurar: “Creo que probablemente estamos en la posición en la que dejaremos que Obamacare fracase, no nos vamos a responsabilizar. Y luego los demócratas vendrán a nosotros”, dijo el mandatario a preguntas de periodistas.
Sin embargo, esta estrategia también parece ser una vía muerta, puesto que ayer mismo, tres senadoras republicanas del sector moderado que ya rechazaron Trumpcare se negaron también a aceptar esta alternativa. Son Lisa Murkowski (Alaska), Susan Collins (Maine) y Shelley Moore Capito (Virginia Occidental).





