El líder de la derecha española, Mariano Rajoy, se convirtió ayer en el primer presidente del gobierno de esa nación que es forzado a declarar ante los tribunales, en concreto por el escándalo de corrupción conocido como caso Gürtel, que ha llevado a la cárcel a varios dirigentes del partido que preside, el Partido Popular (PP).
Durante los años 1999 y 2005, una red de empresarios se beneficiaron de contratos amañados y licitados por el gobierno del entonces presidente José María Aznar. El cerebro de la operación era el entonces tesorero del PP, José Luis Bárcenas, actualmente en prisión, y quien “operaba” desde un despacho a pocos metros del que ocupaba Rajoy, en esos años ministro del Interior y vicesecretario general del PP.
Ayer, visiblemente tenso por la presencia de cámaras que mostraban imágenes únicas de un mandatario ante los jueces de la Audiencia Nacional, Rajoy negó haber recibido cheques de la supuesta “caja B” que manejaba su “compañero” Bárcenas.
A preguntas de los abogados de las acusaciones particulares y de la defensa Rajoy negó también haber tenido papel alguno en la financiación de campañas electorales del PP.
“Jamás me he ocupado de una cuestión de contabilidad. Mis responsabilidades son políticas”, subrayó Rajoy, quien dijo no conocer al ahora preso Francisco Correa, cerebro empresarial de la trama corrupta, a pesar de que éste ha dicho en el juicio que tenía despacho en la sede del PP, de la que entraba y salía a su antojo.
No obstante, sí admitió que fue él quien en 2004, ya como presidente del partido, dio la orden de que el PP dejara de tener relación con las empresas de Correa, porque había indicios de que podían estar usando el nombre del partido para hacer otras contrataciones y eso no les gustó.
Bárcenas hizo públicos hace unos años unos documentos que supuestamente reflejaban la contabilidad paralela del partido y el pago de sobresueldos en “B” a dirigentes.
Esos papeles son “absolutamente falsos” proclamó ayer Rajoy. Sin embargo, cuando empezaron los problemas judiciales de Bárcenas le envío un mensaje telefónico de apoyo: “Luis, sé fuerte. Te llamaré mañana”.





