LA DECLARACION DE LIMA O LA DICTADURA PARLAMENTARIA VENEZOLANA

Se cree que vivimos o que somos un mundo de idiotas, o bien que padecemos amnesia real y efectiva, pero la verdadera perversidad ha quedado a la vista. Ayer, hace algunos años, en 1973, los mismos países que hoy se desgarran las vestiduras para defender a los que alteran y provocan el desorden en Venezuela y luchan contra el presidente Maduro, lo hicieron en defensa de la democracia chilena cuando el general Pinochet asesinó al presidente socialista electo democráticamente Salvador Allende y peor aún, mancilló y acribilló a todo un pueblo, todo con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos.
Las voces de esos países democráticos no se escucharon por ningún lado, y menos dejaron escapar una lágrima ante la magnitud de la agresión criminal que sufrió ese pueblo , obviamente, porque el movimiento contra Allende lo encabezaba el gobierno de los Estados los Estados Unidos por el simple hecho de que no era posible que el socialismo democrático se extendiera por América, y si ya existía una Cuba revolucionaria, el imperialismo y capitalismo salvaje no podía permitir otra nación similar.
Nos engañan fácilmente y en la lógica, si los medios de comunicación-prensa, radio y televisión- se encargan de obnubilar la mente de la sociedad por encontrarse en manos de las grandes oligarquías que les convive la miseria, pues entre más pobres e ignorantes existan, mejor serán las ganancias, porque los recursos de esos pueblos serán aprovechados por quienes tienen capitales, cuyo origen es la desmesurada desigualdad existente.
Nos atolondran y atemorizan que cualquier cambio a favor de la sociedad amenaza la estabilidad de esos países, por eso la doble moral del presidente Trump que amenaza a las grandes empresas que si no invierten en su país y pagan buenos salarios, serán objeto de serios gravámenes, pues teniendo cincuenta millones de miserables, pende la amenaza , en cualquier momento , de una revuelta interna, a quienes quiere liberar sin importarle el sufrimiento de otros pueblo, en concreto, los intereses internos están y estarán por encima de cualesquier otro.
El caso de Venezuela es elocuente, pues teniendo las reservas de petróleo más grandes del mundo hasta por trescientos años, es obvio que se tiene que romper con el estatismo de esa industria para que genere ganancias a los extranjeros- México, con el presidente Peña y los partidos PRI, Acción Nacional y PRD ya lo hicieron- por ello estamos curados que no nos amenazan los gringos con invadirnos y solo nos agreden verbalmente o se quedan con los bienes de los mexicanos que se sospechan que no podrán justificar lo adquirido- políticos o empresarios ligados al narco- o ponen en entredicho a algunos mexicanos enigmáticos , caso Márquez y Julión.
En todos los países del mundo, la Suprema Corte de Justicia es quien interpreta y fija el rumbo de un país, porque en estricto derecho no participa de las pasiones políticas que son cambiantes, por ello, en Venezuela – que se lea bien- el tribunal supremo declaró en desacato al parlamento al juramentar a unos diputados que no habían sido calificados por el Consejo electoral, por ello sus actos son nulos y la salida política fue convocar a la asamblea constituyente para, en estricto derecho se convocara al pueblo a elecciones lo que se hizo en observancia a la legislación vigente que, obviamente , no agradó a la oposición cuando ella es expresión del ordenamiento vigente, pero por estar ligados sus integrantes a los intereses de los enemigos internos y externos, del chavismo con tendencia social, es ahora, o nunca.
La inaudita, pero entendible la declaración de Lima – en la que México, por primera vez en la historia, es cómplice activo- por el que manifiesta que no acepta a la constituyente y menos sus determinaciones, porque es producto de un fraude electoral, -en tanto da valor a un plebiscito que hizo la oposición sin ninguna autoridad-, pero de lo que se trata es que desaparezca el gobierno de Maduro y que sea la dictadura parlamentaria la que gobierne, sin importar que se encuentre en desacato por así determinarlo la Suprema Corte de Justicia.
México vivió en el régimen criminal de Felipe Calderón- a quien nunca condenó ningún país por sus actos, salvo la ONU y la corte interamericana de derechos humanos- que una resolución jurídica, que había causado estado por no existir otro recurso o medio de impugnación, fuera atraída , a petición del presidente , por la suprema Corte de Justicia de la nación quien no tuvo empacho ni mínima conciencia social para que cuarenta mil trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro fueran despedidos y con ello, su familia muriera por inanición, en síntesis , aquí la Suprema Corte de Justicia si toma las decisiones – igual con los casos de Trump sobre inmigrantes-y no se discute, en Venezuela, ese mismo organismo no está autorizado por los declarantes de Lima para normar y orienta a su país. Que aberración o mayúscula perversión, que deja a la visita las nefandas intenciones.

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