En Veracruz el 2018 se encontró con nuevos alcaldes, 209 para ser exactos, tres Consejos Municipales, una presidencia municipal (la de Tamiahua) tomada por un grupo de inconformes y para que sepa del lugar al que llegó, hubo dos balaceados y un asesinado.
La víspera, los alcaldes prometieron de todo, desde llevar a sus municipios al paraíso del Primer Mundo, hasta meter en la cárcel a quienes saquearon al erario.
A partir de hoy comienzan formalmente dos cosas: los últimos amarres para las campañas y la corredera de ex alcaldes y ex regidores que saben que cometieron chanchuyos y están en riesgo de ir a prisión.
Este es el último año de las Legislaturas local y federal y al menos cinco diputados federales veracruzanos del PRI, comenzarán a sufrir los estragos del insomnio porque tienen perfectamente claro que una vez que se queden sin fuero, serán perseguidos como invaluables piezas de caza.
Por primera vez en su historia el PRI hará una campaña cuesta arriba en Veracruz, y la cuesta estará más pronunciada que la que tuvo que subir Héctor Yunes Landa, cuyo esfuerzo no le alcanzó para ganar la gubernatura.
El año anterior el tricolor perdió por patiza las elecciones y quedó casi en la indefensión al dejar en manos de la oposición los municipios más importantes.
Volvió a perder en Tantoyuca, perdió Tuxpan, Poza Rica, Martínez de la Torre, Xalapa, Veracruz, Boca del Río, Coatzacoalcos y Minatitlán, ciudades que son la columna vertebral del estado; que aglutinan al mayor número de habitantes y, sobre todo, donde está el dinero.
Dura batalla es la que tendrá que dar el aspirante del PRI, José Yunes Zorrilla si quiere salir con el brazo en alto. Como dura será la pelea que dé Miguel Ángel Yunes Linares, operador real de la campaña de su hijo del mismo nombre, y la que dará Andrés Manuel López Obrador como manager de Cuitláhuac García.
Dejando de lado lo que serán las campañas a nivel nacional, el duelo en Veracruz será bárbaro y hasta brutal si tomamos en cuenta que el PRI no quiere volver a perder el bastión jarocho, Yunes Linares quiere continuar en el poder por otros seis años y Andrés Manuel quiere dar un campanazo nacional con Cuitláhuac como gobernador de la entidad.
Los cinco diputados federales a los que les quedan unos meses antes de caer en la más ignominiosa de las desgracias, serán tema recurrente en los discursos de los tres abanderados que invariablemente prometerán meterlos en la cárcel.
¿Yunes Zorrilla prometerá lo mismo? Pero por supuesto que sí. Los cinco son connotados duartistas con probable responsabilidad en el saqueo y con los que el peroteño no tiene ningún nexo político.
El nombre de Karime Macías Tubilla también sonará con fuerza en las campañas, tomando en cuenta que ocho millones de veracruzanos la quieren ver extraditada y tras las rejas.
De hoy en adelante comenzará la guerra de lodo, guerra que se acrecentará conforme se acerque el día de la elección y que convertirá a Veracruz en un chiquero político.
¿Quién ganará? El que se embarre menos y logre colar, en medio del lodazal, al menos un par de propuestas que lleguen al corazón de los veracruzanos.
Esas propuestas forzosamente deberán pasar por los renglones de la inseguridad y la violencia que azotan a una ciudadanía que ya no quiere oír banalidades retóricas.
Deben ser propuestas concretas y creíbles. Aquel fulano que prometa acabar con la inseguridad en unos días, que se vaya despidiendo de la gubernatura porque perderá irremediablemente.
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