Los presidenciables, campañas al vuelo, en vez de campanas

De nada sirve al candidato de Morena a la Presidencia de la República anunciar con bombo y platillo la incorporación a su equipo de campaña, de sus viejos correligionarios, quienes en su momento “de gloria” ocuparon puestos públicos de responsabilidad, dejando pendientes por aclarar y cuentas por pagar, siendo el de mayor significación, el caso del ex jefe de gobierno capitalino Marcelo Ebrard Casaubón, quien prefirió el auto exilio, en lugar de enfrentar los señalamientos y acusaciones de Miguel Ángel Mancera, sobre las irregularidades que presentó desde su operación la línea 12 del metro capitalino.
Otro que poco ayuda, es Ricardo Monreal Ávila, después del berrinche que le ocasionó la candidatura de Claudia Sheinbaum para relevar a Mancera, y que todavía no la puede digerir, quien no debería ser considerado como la carta fuerte de AMLO, para coordinar su campaña en el noroeste del país, pues Monreal, como todo político, ha demostrado ser pasional, rencoroso y pendenciero, calificativos más que suficientes como para no confiar en él.
Bertha Luján, Rabindranath Salazar y Julio Scherer Ibarra, si bien todos ellos gozan de un prestigio intelectual y de la confianza de AMLO, ninguno de los mencionados personajes, tiene la infraestructura humana y de recursos materiales, para desempeñar la misión “casi imposible” que les ha encomendado el tabasqueño AMLO, quien por tercer vez busca ganar la elección presidencial y por tercera vez también, se ve venir la derrota que no aceptan los chairos y menos todavía, los autollamados coordinadores regionales de la campaña morenista.
Por su parte la caravana blanquiazul, amarilla y naranja, que proviene de Chihuahua y se dirige a la CDMX, poco o nada de capital político aportará a la causa de Ricardo Anaya, pues habiendo recibido el Gobierno de Chihuahua, las participaciones federales que reclama, no existe razón o fundamento para justificar la suspensión de labores de los marchistas, y menos aún, para justificar los gastos que genera la movilización y que hasta donde se sabe, son pagados por el Gobierno de Chihuahua.
Finalmente, bueno sería que José Antonio Meade en vez de juntarse con el seguro perdedor Mikel Arreola, para perder tiempo en turismo político, mejor realizara su promoción al voto con las bases del tricolor, que lo siguen esperando en todo el país.