Todo mundo hubiera jurado que la denuncia del aspirante presidencial panista Ricardo Anaya sobre el acoso de que fue objeto por parte de elementos del CISEN no era más que un burdo montaje, de no ser porque ¡la propia Secretaría de Gobernación lo aceptó!
En un video publicado en sus redes sociales, Anaya mostró cómo un vehículo seguía al suyo tras sus actos proselitistas en Coatzacoalcos la semana pasada, y que en un momento, se detuvieron para encarar a sus tripulantes.
La persona que venía en dicho vehículo se identificó de inmediato como elemento del organismo gubernamental encargado de las labores de inteligencia en nuestro país, acción que parecía completamente absurda, y que apuntaba a ser sólo un teatro del panista para hacer escándalo mediático.
Pero resulta que no. El secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, admitió que uno de sus “muchachos” le daba “seguimiento” al panista. Pero que era en buena onda, pues no se trataba de espiarlo ni acosarlo, y que la prueba de eso es que el elemento se identificó de inmediato.
O lo que es lo mismo: la Segob hizo un monumental ridículo con su trabajo de “inteligencia”, que nos revela, puntualmente, por qué en México los criminales hacen de las suyas: quienes deberían ubicarlos están ocupados como pilmamas de los opositores.
Hasta parece que la “estrategia” la hubieran diseñado en la delegación de la Segob en Veracruz.