Es tan evidente la intentona de la otrora poderosísima líder magisterial Elba Esther Gordillo por cobrar venganza al presidente Enrique Peña Nieto aliándose con Andrés Manuel López Obrador, que el régimen reaccionó de una manera tan autoritaria, que hasta parecía que estuviéramos en 1988.
A petición de la PGR, un juez de distrito ordenó restringir las visitas y comunicaciones de Gordillo en su casa, donde se encuentra en prisión domiciliaria tras haber obtenido ese beneficio a causa de su edad y estado de salud.
Pero tras la balconeada que familiares y aliados de Elba Esther se dieron en actos públicos apoyando a López Obrador, y la andanada jurídica que lanzó para derrocar de la dirigencia del SNTE a Juan Díaz de la Torre, el líder “charro” colocado en el sindicato por el peñismo tras la detención de la maesta, en Los Pinos acusaron recibo y la PGR se quejó de que la prisión domiciliaria fue convertida en oficina de despacho.
Así que el juez dio un plazo de 24 horas para que Elba Esther Gordillo proporcione nombre, identificación oficial y comprobante de domicilio de sus visitantes, así como el carácter en que acudirán a verla. Y además, le prohibió comunicarse vía telefónica o electrónica con personas que no estén autorizadas judicialmente.
Se siguen llevando bastante rudo. A ver quién gana en la última caída.





