Y en medio del clima de incertidumbre e inestabilidad por el que atraviesa el país dadas las condiciones de la política interior y exterior, los empresarios le echan más gasolina al fuego.
Ahora quieren que la próxima administración federal, quien sea que la encabece, reduzca impuestos para evitar que vaya a darse una “fuga de capitales”, como aquellas que despedazaron la economía nacional en 1982 y 1994.
La petición suena casi como amenaza, pues son esos mismos empresarios los que, en un momento dado, se llevarían su dinero del país si consideran que está en riesgo, sin importarles un bledo si con esa decisión hunden a millones de personas en la pobreza.
Y si bien es cierto que están en su derecho de proteger su dinero, muchos de esos grandes empresarios se hicieron ricos gracias a los favores que recibieron de los distintos gobiernos, y por ende, de los mexicanos vía los impuestos. Así que también tienen responsabilidades con el país, aunque se hagan que la “virgen les habla”.