Cosa curiosa, todavía hay quienes quieren ver a Javier Duarte libre; hay quienes le prenden una veladora a san Cipriano, quien según el canon católico es el santo que puede sacar a los delincuentes de la cárcel. Todavía hay quienes creen en las habladurías de los abogados de Duarte, que por supuesto, como los directores técnicos de un equipo, siempre dicen que su equipo va a ganar el partido. ¿Cuántas veces no hemos oído que ya va a salir Duarte de la cárcel? Y todas esas veces los nostálgicos medios duartistas, esos que extrañan el jugoso chayote del que gozaban, alardean de ello y lo hacen ver no como una posibilidad, sino casi como un hecho. Pero Duarte se va a quedar en la cárcel mucho rato. O que se creen que sus cómplices encarcelados no están aportando más pruebas para aligerar su condena. Se acabaron los tiempos de lealtad, ahora lo que quieren es negociar una sentencia más corta y si para ello tienen que echar de cabeza al “doctor tocino”, no les importa. Así que, si van a esperar a que Duarte salga, esperen sentados, como el hombre del cuento de Kafka, quien al final terminó dialogando con los insectos de su cabeza.
Sale Ochoa Reza, el que le decía López a AMLO; siempre subestimó al tabasqueño
La salida de Enrique Ochoa como dirigente nacional del PRI estaba cantada desde meses atrás; antes bien se tardaron en quitarlo de ahí porque todavía pensaban que podía dar buenos resultados. El problema de Enrique Ochoa es que era un zorrillo hablando de pestilencias ajenas; era un Pinocho hablando de mentiras ajenas; era un corrupto hablando de corrupciones ajenas. A sus enemigos siempre los subestimó, nunca vio grande al enemigo y ese fue su error. Enrique Ochoa Reza creyó que llamando simplemente López a Andrés Manuel López Obrador basta para reducirlo a un apellido. Esos fueron sus errores, sus obsesiones que hicieron que se olvidara que tenía un candidato al que había que hacer crecer. Ochoa Reza siempre fue un burócrata, un enriquecido del sistema. Él no era priista de cepa como sí lo es Rene Juárez Cisneros, militante de muchos años que sabe que no hay enemigo pequeño. Juárez Cisneros tiene una encomienda difícil, pero José Antonio Meade sabe por qué lo quiere ahí. En unas cuantas semanas se sabrá si la sustitución de Ochoa Reza por Juarez Cisneros es lo que necesitaba la campaña de José Antonio Meade.
Ya veremos si en las encuestas avanza, ya veremos si alcanza a Anaya, ya veremos si lo supera.
López Obrador le hace otro guiño a Peña Nieto; ya hasta habla de una transición pacífica
El candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador no ha hablado de meter a la cárcel a Peña Nieto, como si lo hiciera Ricardo Anaya. En algún momento López Obrador se solidarizó con el presidente Peña Nieto cuando este respondió de manera firme a las groserías de Donald Trump. Ahora, una vez que se enterara de la respuesta de Enrique Peña Nieto rechazó cualquier tipo de negociación para apoyar a otro candidato, López Obrador le mandó decir: “Hace muy bien, lo felicito, él lo que tiene que garantizar es que la elección sea limpia y libre, eso es lo que yo siempre he pedido”. De hecho, el López Obrador que casi alcanza el 50% de las preferencias ya habla de una “transición pacífica, ordenada, democrática”, que habrá de beneficiar y fortalecer a las instituciones, “se va a fortalecer la institución presidencial, se van a fortalecer todas las instituciones y se va a beneficiar a la Nación”. Como dirían en mi pueblo, “para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”. Si AMLO busca una transición pacífica, pues tómenle la palabra.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com