Los diputados de la Sexagésima Cuarta Legislatura del Estado aprobaron por unanimidad de votos, la reforma a los párrafos séptimo y octavo del artículo 4 de la Carta Magna estatal, para estipular que el Estado organizará el servicio de defensoría pública que deberá contar con calidad y profesionalismo, especialmente en la defensa de los justiciables pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas.
Para ello, las autoridades deberán privilegiar la solución del conflicto sobre los formalismos, siempre y cuando, no se afecte la igualdad entre las partes, el debido proceso u otros derechos. En los juicios o procedimientos seguidos en forma de juicio en los que se establezca como regla la oralidad, bastará con que quede constancia de ellos en cualquier medio que dé certeza de su contenido.
En el dictamen que emitió la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales, se precisa que la justicia cotidiana está encaminada a resolver los conflictos del día a día, atender los problemas más frecuentes de las personas y, en general, hacer que la justicia sea más sencilla, pronta y cercana.
“Esto se logrará con instituciones fortalecidas, con procedimientos homologados y con criterios uniformes, toda vez que ante los ojos de la ciudadanía el sistema de justicia civil y familiar es lento, incierto, discriminatorio, complicado y costoso”, se añade.
Fue el 14 de diciembre de 2017, cuando la bancada del PAN presentó esta propuesa
para establecer la obligación del Estado de actuar como ente mediador y pacificador de conflictos suscitados entre particulares, entre otros, a través de tribunales que garanticen el acceso a la impartición de justicia pronta, completa e imparcial.
Mediante elcambio al artículo 4 de la Carta Magna, pretendían que se incluyera en su redacción el principio de “justicia cotidiana”, con el fin de lograr una sana convivencia social, en un marco de legalidad e igualdad y respetando los derechos fundamentales de las personas.
En la exposición de motivos sostenían que las relaciones civiles y familiares son los cimientos para una convivencia armónica y pacífica en nuestra sociedad, es decir, son las relaciones que las personas perciben en el día a día, en la cotidianeidad.