La exhibición de los abusos de la senadora con licencia y candidata de Morena a alcaldesa de la Delegación Alvaro Obregón de la Ciudad de México, Layda Sansores, fue un verdadero bombazo a la línea de flotación de Morena.
La hija del cacique priista campechano “El Negro” Sansores fue expuesta en sus gastos superfluos con cargo al presupuesto de la Cámara de Senadores por 700 mil pesos, que incluyen sus costosos –y muy nacos- atuendos, así como sus extravagantes tintes para el cabello.
Como era de suponerse, “Lady Tintes” se rasgó las vestiduras y puso a sus community managers –que no son muy duchos que digamos- a defenderla desde su cuenta en Twitter, asegurando que esos recursos lo usó para entregar enseres domésticos y otros apoyos al personal del Senado, que no cuenta con ninguna clase de seguridad social ni prestación alguna.
Pero además de que sus piruetas declarativas no se las cree nadie, queda de manifiesto que mientras los legisladores –incluidos los de Morena- reciben jugosos salarios y apoyos para todos sus gastos, sus empleados son explotados peor que en fábrica de la época porfirista.
Pero “primero los pobres”.